LA VERDAD DEL EVANGELIO

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA

por Charles G. Finney

 

Capítulo 16

Gobierno Humano

 

Los gobiernos humanos son una parte del gobierno moral de Dios

 

En la discusión de este tema…

 

I. Investigaré en el fin soberano de Dios en la creación.

Hemos visto en las lecciones anteriores que Dios es un agente moral, auto-existente y supremo, por tanto, como gobernante de todo, observa y está sujeto a ley moral en toda su conducta. Es decir, su propia inteligencia infinita debe afirmar que cierto curso de disposición es idóneo, indicado y correcto en él. Esta idea o afirmación, es ley para él y a esto su voluntad se debe conformar, o él no es bueno. Esto es ley moral, una ley fundada en la eterna y auto-existente naturaleza de Dios. Esta ley demanda, y debe demandar, benevolencia en Dios. La benevolencia es tener buena disposición. La inteligencia de Dios debe afirmar que debe querer el bien por su propio valor intrínseco. Debe afirmar su obligación para elegir el bien supremo posible como el gran fin de su ser. Si Dios es bueno, el bien supremo de él mismo, y del universo, deben haber sido el fin que tenía contemplado en la obra de la creación. Esto es de valor infinito y debe ser deseado por Dios. Si Dios es bueno, esto debió haber sido su fin. Hemos visto también…

II. Que los gobiernos providenciales y morales son medios indispensables para servir el bien supremo del universo.

El bien supremo de agentes morales está condicionado a su santidad. La santidad consiste en la conformidad a la ley moral. La ley moral implica gobierno moral. Este gobierno es un gobierno de ley moral y de motivos. Éstos son presentados por el gobierno providencial, y el gobierno providencial es por tanto un medio del gobierno moral. Los gobiernos providenciales y morales deben ser indispensables para asegurar el bien supremo del universo.

III. Gobiernos civiles y familiares son indispensables para asegurar este fin, y son realmente, por tanto, una parte del gobierno moral y providencial de Dios.

En la discusión alrededor de esta pregunta observo…

1. Los seres humanos no estarán de acuerdo en opinión sobre ningún tema sin grados similares de conocimiento. Ninguna comunidad existe, o existirá, en donde los miembros estarán de acuerdo en opinión sobre todos los auntos. Esto crea una necesidad de legislación y adjudicación humanas para aplicar los grandes principios de la ley moral para todos los asuntos humanos. Hay multitudes de deseos y necesidades humanos que no se pueden suplir apropiadamente excepto a través de la instrumentalidad de los gobiernos humanos.

2. Esta necesidad continuará siempre y cuando existan en este mundo seres humanos. Esto es tan cierto como que el cuerpo humano siempre necesitará alimento y ropa, y que el alma humana siempre necesitará instrucción, y que los medios de instrucción no vendrán espontáneamente sin gasto y labor. Es tan cierto como que los hombres de todas las edades y circunstancias nunca poseerán talentos iguales y grados de información en todos los temas. Si todos los hombres fueran perfectamente santos y estuvieran dispuestos a hacer lo correcto, la necesidad de gobiernos humanos no sería puesta a un lado porque esta necesidad está fundada en la ignorancia de la humanidad aunque grandemente agravada por su maldad. Las decisiones de los legisladores y jueces deben ser autoritativas como para arreglar cuestiones de desacuerdo de opinión y de inmediato obligar y proteger todos los grupos.

La Biblia presenta a los gobiernos humanos no sólo como existentes, sino también como que derivan su autoridad y derecho de Dios para castigar a los hacedores de mal y proteger al justo. Pero…

3. Los gobiernos humanos están plenamente reconocidos en la Biblia como una parte del gobierno moral de Dios. "El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos" (Dn. 2.21). "La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres. Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere" (Dn. 4:17, 25). "Y fue echado de entre los hijos de los hombres, y su mente se hizo semejante a la de las bestias, y con los asnos monteses fue su morada. Hierba le hicieron comer como a buey, y su cuerpo fue mojado con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres, y que pone sobre él al que le place" (Dn. 5:21). "Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra" (Ro. 13:1-7). "Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra" (Tit. 3:1). "Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien" (2 P. 2:13-14).

Estos pasajes prueban concluyentemente que Dios establece el gobierno humano como parte del gobierno moral.

4. Es el deber de todos los hombres de auxiliar en el establecimiento y el apoyo del gobierno humano.

Como la gran ley de la benevolencia, o la buena disposición universal, demanda la existencia de gobiernos humanos, todos los hombres están bajo una obligación moral perpetua e inalterable para ayudar en su establecimiento y apoyo. Los gobiernos populares y electivos, cada hombre que tiene el derecho a votar, cada ser humano que tiene influencia moral, está sujeto a ejercer esa influencia en la promoción de virtud y felicidad. Y como los gobiernos humanos son plenamente indispensables para el bienestar supremo del hombre, están sujetos a ejercer su influencia para asegurar una legislación que esté de acuerdo con la ley de Dios. La obligación de los seres humanos para apoyar y obedecer a los gobiernos, mientras legislan sobre principios de ley moral, es tan inalterable como la misma ley moral.

5. Responderé a objeciones.

Objeción 1. El reino de Dios está presentado en la Biblia como que subvierte todos los otros reinos.

Respuesta. Esto es verdad, pero todo lo que puede decirse alrededor de esto es que el tiempo vendrá cuando a Dios se le considere el soberano supremo y universal, cuando su ley sea considerada como universalmente obligatoria, cuando todos los reyes, legisladores y jueces actúen como sus siervos, declarando, aplicando y administrando los grandes principios de su ley para todos los asuntos de los seres humanos. Así Dios será el soberano supremo, y los gobernantes terrenales serán gobernadores, reyes y jueces bajo él y actuarán por su autoridad como se revela en la Biblia.

Objeción 2. Se dice que Dios sólo establece providencialmente gobiernos humanos, y que no aprueba su administración egoísta y malvada; que sólo las usa providencialmente, como lo hace con Satanás, para sus propios diseños.

Respuesta. En ningún lado Dios manda a obedecer a Satanás, pero sí ordena obedecer a los magistrados y gobernantes. "Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas" (Ro. 13:1). "Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien" (1 P. 2:13-14).

En ningún lado Dios reconoce a Satanás como su siervo, enviado y puesto por él para administrar justicia y ejecutar ira en los impíos, pero sí hace esto al respecto de los gobiernos humanos. "De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo" (Ro. 13:2-6).

Es, efectivamente, cierto que Dios no aprueba nada que sea impío y egoísta en los gobiernos humanos. Ni tampoco aprobó lo que era impío y egoísta en los escribas y los fariseos, no obstante Cristo dijo a sus discípulos, "En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen" (Mt. 23: 2-3). Aquí el principio de sentido común se reconoce, que debemos obedecer cuando el requerimiento no sea inconsistente con la ley moral, cual sea el carácter o el motivo del gobernante. Siempre vamos a obedecer de corazón como para el Señor y no como para a los hombres, y vamos a obedecer a los magistrados para honra y gloria de Dios, como si hiciéramos el servicio para él.

Objeción 3. Se afirma que los cristianos deben dejar a los gobiernos humanos la administración de los impíos, y no ser desviados de la obra de salvar almas, para entremeterse con los gobiernos humanos.

Respuesta. Mantener y ayudar a un buen gobierno no es desviarse de la obra de salvar almas. La promoción del orden y la felicidad pública y privada es uno de los medios indispensables para hacer el bien y salvar almas. Es absurdo admitir que los cristianos están bajo obligación de obedecer al gobierno humano y aún no tener que ver con la elección de aquellos que nos gobernarán.

Objeción 4. Se afirma que se nos ordena no vengarnos, que "mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor" (Ro. 12:19). Se dice que si no me vengo o reparo mis faltas en mi propia persona, no podré hacerlo a través de la instrumentalidad del gobierno humano.

Respuesta. No se deduce que porque uno no puede encargarse de reparar sus ofensas por un sumario e imposición personal de castigo sobre el transgresor, por consiguiente el gobierno no puede castigarlos. Todas las ofensas privadas son daños públicos, y sin importar cualquier consideración particular para un interés personal, los magistrados están obligados a castigar el crimen por el bien público. Mientras Dios ha prohibido expresamente a uno reparar sus propias faltas al administrarse castigo privado y personal, ha reconocido expresamente el derecho y lo ha hecho el deber de los magistrados públicos de castigar crímenes.

Objeción 5. Se dice que el amor es mucho mejor que la ley, que donde reina el amor en el corazón, la ley puede ser dispensada universalmente.

Respuesta. Esto supone que, si hay sólo amor, no hay necesidad de la regla del deber; ninguna revelación que dirija al amor en sus esfuerzos para asegurar el fin sobre el cual pone fin. Pero es tan falso como posible. La objeción pasa por alto el hecho de que la ley es en todos los mundos la regla del deber, y que las sanciones legales componen una parte del círculo de motivos que son apropiados para la naturaleza, relaciones y gobierno de los seres morales.

Objeción 6. Se establece que los cristianos tienen otras cosas que hacer además de interferir en política.

Respuesta. En un gobierno popular, la política es una parte importante de la religión. Ningún hombre puede ser benevolente o religioso, en una mayor parte de su obligación, sin ocuparse a sí mismo, en una mayor o menor parte, en los asuntos del gobierno humano. Es verdad que los cristianos tienen algo más que hacer en lugar de ir con un partido a hacer el mal, o interferir en política de una manera impía y malvada. Pero están obligados a interferir en política en gobiernos populares porque están obligados a buscar el bien universal de todos los hombres; y éste es un departamento de intereses humanos, que afecta materialmente a todos sus intereses más elevados.

Objeción 7. Se dice que los gobiernos humanos en ningún lado se autorizan expresamente en la Biblia.

Respuesta. Esto es un error. Tanto como su existencia y validez se reconocen expresamente en las escrituras arriba citadas tanto como pueden ser. Pero si Dios no las autorizara expresamente, aún sería el derecho y el deber de la humanidad de instituir gobiernos humanos porque están plenamente demandados por las necesidades de la naturaleza humana. Es una primera verdad que todo lo que es esencial para el bienestar supremo de los seres morales en cualquier mundo, se tiene el derecho de buscarlo y de estar obligado a buscar según los mejores dictados de la razón y de la experiencia. Hasta ahora, por tanto, los hombres necesitan cualquier autoridad expresa para establecer gobiernos humanos, que ninguna inferencia del silencio de la escrituras se pudiera aprovechar para decir que su establecimiento es ilegal. Se ha mostrado en estas lecciones sobre el gobierno moral, que la ley moral es una unidad, que es la regla de acción en concordancia con la naturaleza, las relaciones, y las circunstancias de los seres morales, que lo que esté en concordancia, y sea demandado por la naturaleza, las relaciones, y las circunstancias de los seres morales es obligatoria en ellos. Es la ley moral y ningún poder en el universo puede ponerla a un lado. Por tanto, si las escrituras no dijeran nada (que no es así) sobre el tema de gobiernos humanos, y sobre el tema de gobierno familiar, como de hecho lo dice, acerca de muchos aspectos importantes, esto no sería objeción para la legalidad y la conveniencia, la necesidad y el deber de establecer gobiernos humanos.

Objeción 8. Se dice que los gobiernos humanos están fundados y sostenidos por la fuerza y que esto es inconsistente con el espíritu del evangelio.

Respuesta. No puede haber una diferencia entre el espíritu del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, o entre el espíritu de la ley y del evangelio a menos que Dios haya cambiado, y a menos que Cristo haya emprendido la tarea de invalidar la ley mediante la fe lo cual no puede ser. "¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley" (Ro. 3:31). Gobiernos humanos justos, y sólo tales gobiernos son contendidos, no ejercerán la fuerza a menos que se demande promover el bien supremo público. Si es necesario para ese fin, no puede salir mal. No, debe ser el deber de los gobiernos humanos imponer castigos cuando su imposición se demande por el interés público.

Objeción 9. Se ha dicho por algunas personas que el gobierno de la iglesia es suficiente para cubrir las necesidades del mundo sin el gobierno secular o de estado.

Respuesta. ¡Qué! ¡Los gobiernos de la iglesia regulan el comercio, hacen arreglos internos, como caminos, puentes, recaudación de impuestos, y administran todos los asuntos de negocios del mundo! ¡Absurdo e imposible! El gobierno de la iglesia nunca fue establecido para un fin así, sino simplemente para regular lo espiritual, distinto a las preocupaciones seculares de los hombres --procesar a los delincuentes, imponer castigo espiritual, y nunca desconcertarse o avergonzarse a sí misma con la administración de los intereses comerciales y de negocio del mundo.

Objeción 10. Se dice que si todo el mundo fuera santo, los castigos legales no serían necesarios.

Respuesta. Si todos los hombres fueran perfectamente santos, la ejecución de los castigos no sería necesaria, pero aún, si hubiese ley, debería haber castigos, y sería el derecho y el deber de los magistrados de imponerlos cuando la ocasión necesaria demandara su ejecución. Pero el estado del supuesto mundo no está a la mano, y mientras el mundo es lo que es, las leyes deben permanecer y hacerse valer.

Objeción 11. Se establece que el gobierno familiar es la única forma de gobierno aprobado por Dios.

Respuesta. Esto es una afirmación ridícula porque Dios expresamente ordena obediencia tanto a los magistrados como a los padres. Hace tan absolutamente el deber de los magistrados que castiguen el crimen como a los padres que castiguen a sus hijos desobedientes. El derecho del gobierno familiar, aunque ordenado por Dios, no está fundado en la voluntad arbitraria de Dios, sino en el bien supremo de los seres humanos; de modo que el gobierno familiar sería necesario y obligatorio, si Dios no lo hubiera ordenado. Entonces, el gobierno humano no tiene fundamento en la voluntad arbitraria de Dios, sino en las necesidades de los seres humanos. Mientras más grande sea la comunidad, más absoluta es la necesidad de gobierno. Si en un pequeño círculo familiar se necesitan las leyes y castigos, cuánto más en comunidades más grandes de estados y naciones. Ahora, ni el que manda en la familia, ni ningún otro gobernante humano, tiene el derecho de legislar arbitrariamente, o promulgar o hacer valer cualquier ley más que aquellas demandas por la naturaleza, las relaciones y las circunstancias de los seres humanos. Nada puede ser obligatorio en los seres humanos, sino aquello consistente con su naturaleza, relaciones y circunstancias. Pero los seres humanos están obligados a establecer gobiernos de familia, gobiernos de estado, gobiernos nacionales, y en suma, cualquier gobierno que se requiera para la instrucción universal, gobierno, virtud y felicidad del mundo, o en cualquier proporción.

Los cristianos por tanto tienen algo más que hacer que frustrar el derecho de gobernar con el abuso de este derecho por los malvados. En lugar de destruir gobiernos humanos, los cristianos están obligados a reformarlos y sostenerlos. Atentar destruir en vez de reformar gobiernos humanos, es el mismo principio tan a menudo buscado por aquellos que intentan destruir en lugar de reformar, la iglesia. Hay quienes, disgustados por los abusos del cristianismo practicados en la iglesia, parecen inclinarse a destruir la iglesia toda como el medio de salvar al mundo. ¡Pero qué política tan disparatada!

Se admite que los hombres egoístas necesitan, y deben sentir restricciones de ley, pero se sostiene que los cristianos no deben tener parte en restringirlos por la ley. Pero supongamos que los malvados deben estar de acuerdo entre ellos de no tener ley, y por consiguiente, ningún intento de restringirse ellos mismos, ni el uno al otro, por la ley. ¿Acaso no sería el derecho ni el deber de cristianos intentar su restricción a través de la influencia de un gobierno saludable? Sería extraño que hombres egoístas necesitaran de restricciones de la ley, y aún que los cristianos no debieran tener ningún derecho de suplir esta necesidad por apoyar gobiernos que los restrinjan. Es el deber y es recomendable que hubiese ley. Es incluso absolutamente necesario que deba haber ley. La benevolencia universal lo demanda, ¿puede estar mal entonces que los cristianos no tengan nada que ver con eso?

IV. Señalar los límites del derecho de gobernar.

Obsérvese, el fin del gobierno es el bien supremo de los seres humanos como parte del bien universal. Toda legislación válida humana debe proponer esto como su fin, y ninguna legislación no puede tener cualquier autoridad que no tenga el bien supremo del todo para su fin. Ningún ser puede crear arbitrariamente ley. Toda ley para el gobierno de agentes morales debe ser ley moral; es decir, debe ser la regla de acción mejor acoplada a sus naturalezas y relaciones. Toda legislación válida humana debe ser sólo declaratoria de una sola ley. Nada más que esto puede ser ley por ninguna posibilidad. Dios aplica promulgaciones, pero tales son declaratorias de la ley común del universo, y si hiciese lo opuesto, no serían obligatorias. La legislación arbitraria nunca puede ser realmente obligatoria.

El derecho de gobierno humano se funda en el valor intrínseco del bien de ser, y está condicionado en esta necesidad, como un medio para ese fin. Hasta la legislación y el control sean indispensables para este fin, hasta donde, no más, se extienda el derecho de gobernar. Toda legislación y todas las constituciones no fundadas en esta base, y que no reconozcan la ley moral como la única ley del universo, son nulas e inválidas, y todos los intentos de establecerlas y sustentarlas son tiranías odiosas y usurpación. Los seres humanos pueden formar constituciones, establecer gobiernos y promulgar estatutos para el propósito de promover la virtud suprema y la felicidad del mundo, y para la declaración y sustento de la ley moral, y sólo hasta donde los gobiernos humanos sean esenciales a este fin, pero no más.

Se deduce que ningún gobierno es legal o inocente que no reconozca la ley moral como la única ley del universo, y a Dios como el Legislador y Juez supremos, a quien las naciones en su capacidad nacional, como también todos los individuos, sean dóciles. La ley moral de Dios es la única ley de los individuos y de las naciones, y nada puede ser gobierno legítimo sino el que se establece y se administra con la idea de su apoyo.

 

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