LA VERDAD DEL EVANGELIO

CONFERENCIAS SOBRE AVIVAMIENTOS DE RELIGIÓN

por el Rdo. CHARLES G. FINNEY

 

CONFERENCIA V

LA ORACIÓN DE FE

 

TEXTO. --"Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá." --MARCOS 11.24.

ESTAS palabras han sido supuestas por algunos para referirse exclusivamente a la fe de milagros. Pero no hay la menor evidencia de eso. El que el texto no fuera diseñado por nuestro Salvador para referirse exclusivamente a la fe de milagros es probado por la conexión en la que se halla. Si leen el capítulo, verán que Cristo y sus apóstoles estaban en ese tiempo muy comprometidos con su obra, y oraban mucho; y en tanto regresaban débiles y hambrientos de sus lugares de retiro en la mañana, vieron una higuera cerca. Se veía hermosa y sin duda daba señales de que tenía fruto, pero cuando llegaron, sólo encontraron hojas. Y Jesús dijo: "Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.  Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.

Luego sigan las palabras del texto:

"Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá".

Nuestro Salvador estaba deseoso de dar a sus discípulos las instrucciones con respecto a la naturaleza y poder de la oración y la necesidad de una fe fuerte en Dios. Por tanto él estableció un caso fuerte, un milagro--uno tan grandioso como la remoción de una montaña al mar, Y les dice que si ellos ejercieran una fe apropiada en Dios, podrían hacer tales cosas. Pero sus observaciones no están limitadas a la fe meramente concerniente a la obra de milagros, pues continúa diciendo:

"Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.  Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas".

¿Se relaciona esto con milagros? Cuando oren, tienen que perdonar. ¿Requiere sólo eso cuando un hombre desea obrar un milagro? Hay muchas otras promesas en la Biblia relacionadas con eso, y hablan casi de lo mismo, de lo cual ha sido todo dispuesto en esa manera de escasa mano de obra, como refiriéndose a la fe empleada en milagros. ¡Así como si la fe de milagros fuera algo diferente de la fe en Dios!

En mi conferencia pasada, traté el tema de la oración que prevalece, y recordarán que toqué brevemente el tema de la fe en oración porque quería reservarlo para una discusión aparte. El tema de esta noche es:

LA ORACIÓN DE FE

Propongo:

I. Mostrar que la fe es una condición indispensable de la oración prevaleciente.

II. Mostrar lo que es que vamos a creer cuando oramos.

III. Mostrar cuando vamos a ejercer esa fe, o creer que recibiremos lo que pidamos.

IV. Que esa clase de fe en oración siempre obtiene la bendición buscada.

V. Explicar cómo vamos a llegar a ese estado de la mente en el que podemos ejercer esa fe.

VI. Responder algunas objeciones que a veces van en contra de esos puntos de vista acerca de la oración.

 

I. No hay duda de que la fe es una condición indispensable de la oración.

Hay tal cosa como ofrecer deseos benevolentes, que son aceptables a Dios como tales, que no incluyen el ejercicio de la fe referente a la recepción de esas bendiciones. Pero los deseos no son oración prevaleciente, la oración de fe. Dios puede considerar adecuado el conceder las cosas deseadas, como un acto de bondad y amor, pero no sería apropiadamente en respuesta a la oración. Estoy hablando del tipo de fe que asegura la bendición. No me malentiendan al decir que no hay nada en la oración que sea aceptable a Dios, o que incluso se obtenga la bendición a veces sin este tipo de fe, sino que hablo de la fe que asegura la misma bendición que se busca. Para probar que la fe es indispensable para la oración que prevalece, es sólo necesario repetir lo que el apóstol Santiago expresamente nos dice: "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra".

II. Veamos lo que vamos a creer cuando oramos.

1. Vamos a creer en la existencia de Dios--"Es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan". Hay muchos que creen en la existencia de Dios, y no creen en la eficacia de la oración. Profesan creer en Dios, pero niegan la necesidad o la influencia de la oración.

2. Vamos a creer que recibiremos--algo-- ¿qué? No algo o cualquier cosa, como sucede, sino algo particular por lo que pidamos. No vamos a pensar que Dios es un ser que si pedimos un pez, nos dará una serpiente, o si pedimos pan, nos dará una piedra, sino que dice: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá". Con respecto a la fe de milagros, es claro que van a creer ellos que deben recibir lo que pidieron--que aquello en sí debe suceder. Eso es que lo que vamos a creer. Ahora, ¿qué deben los hombres creer en cuanto a otras bendiciones? ¿Es acaso meramente una idea suelta que si un hombre ora por una bendición específica, Dios dará por una soberanía misteriosa una cosa u otra a él, o algo a alguien más, de alguna parte? Cuando un hombre ora por la conversión de sus hijos, va a creer que sus hijos se convertirán o los hijos de alguien más, y es enteramente de alguna manera incierto cuál. Todo esto es una tontería y altamente deshonroso para Dios. No, vamos a creer que recibiremos las cosas que pidamos.

III. ¿Cuándo vamos a hacer este tipo de oración?

¿Vamos a creer que tendremos las cosas por las que oremos? Respondo, cuando tengamos evidencia de ellas. Un hombre no puede creer una cosa a menos que vea algo que suponga sea la evidencia. No está bajo la obligación de creer, y no tiene derecho a creer, que se hará una cosa, a menos que tenga evidencia. Es fanatismo creer sin evidencia. Los tipos de evidencia que puede tener el hombre son los siguientes:

1. Supongan que Dios ha especialmente prometido algo. Por ejemplo, Dios dice que está más que presto para dar su Espíritu Santo a aquellos que lo piden, que los padres que dan pan a sus hijos. Aquí estamos obligados a creer que lo recibiremos cuando lo pidamos. No tienen derecho a poner un sí y decir: "Señor, si quieres, danos tu Espíritu Santo". Esto es insultar a Dios. Poner un sí a la promesa de Dios, donde Dios no lo ha puesto, es equivalente a culpar a Dios de no ser sincero. Es como decir: "Oh Dios, si quieres cumplir estas promesas concédenos la bendición por la que oramos".

Supe de un caso donde una recién convertida fue el medio de enseñar a un ministro una verdad solemne sobre el tema de la oración. Era de una familia muy perversa, y se fue a vivir con el ministro. Mientras estaba ahí, fue esperanzadamente convertida, y se comportaba bien. Un día fue al estudio del ministro, mientras estaba él ahí--algo que ella no tenía el hábito de hacer; y pensó él que sucedía algo. Le pidió él que tomara asiento, y amablemente le preguntó a ella sobre el estado de sus sentimientos religiosos; y le dijo ella que estaba angustiada por la manera en que los miembros con antigüedad oraban por el Espíritu. Oraban que viniera el Espíritu y parecían muy en serio, e imploraban las promesas de Dios, diciendo: "Oh Señor, si es tu voluntad, concédenos estas bendiciones por Cristo". Ella pensó el decir "si es tu voluntad", cuando Dios expresamente lo ha prometido, era cuestionar si Dios era sincero en sus promesas. El ministro trató de razonar con ella, y desde luego sólo logró confundirla. Ella se angustió y se llenó de dolor y dijo: "no puedo discutir ese punto con usted, señor, pero me da la impresión que está equivocado y que deshonra a Dios". Y ella salió llorando en angustia. El ministro vio que ella no estaba satisfecha, lo cual lo llevó a revisar el asunto de nuevo, y por fin vio que estaba poniendo un si donde Dios no había puesto ninguno y donde expresamente había revelado su voluntad, y que era un insulto para Dios. Y salió y le dijo a su iglesia que debían creer que Dios era sincero cuando les hizo una promesa. Y el espíritu de oración bajó sobre la iglesia y siguió un avivamiento poderoso.

2. Donde haya una promesa general en las escrituras que ustedes pueden aplicar razonablemente al caso en particular ante ustedes. Si su significado real incluye el objeto particular por el que oran, o si pueden razonablemente aplicar el principio de la promesa al caso, ahí tienen evidencia. Por ejemplo, supongan que es un tiempo cuando la maldad prevalece grandemente, y son llevados a orar por la intervención de Dios. ¿Qué promesa tienen? Pues ésta: "vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él". Aquí ven que es una promesa general que pone un principio de la administración de Dios, que puede aplicarse al caso delante de ustedes, como una garantía de ejercer la fe en oración. Y si el caso surgiera para inquirir como el tiempo en el que Dios concederá bendiciones en respuesta a la oración, tienen esta promesa: "mientras aún hablan, yo habré oído".

Hay una gran cantidad de promesas y principios generales puestas en la Biblia, de los cuales los cristianos pueden hacer uso, si sólo pensaran. Cuando estén en circunstancias en las que las promesas aplican, están ahí para que las usen. Un padre encuentra esta promesa "Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, Y su justicia sobre los hijos de los hijos, Sobre los que guardan su pacto, Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra". Ahora, he aquí una promesa hecha para quienes poseen cierto carácter. Si un padre está consciente que éste es su carácter, tiene un fundamento justo para aplicarlo para él y su familia. Si tienen ese carácter, están obligados a hacer uso de esta promesa en oración, y creerla, incluso para los hijos de sus hijos.

Si tuviera tiempo esta noche, iría de principio a fin en la Biblia y produciría una variedad sorprendente de textos aplicables como promesas; suficientes para probar que, en cualesquiera circunstancias puede ser puesto un hijo de Dios, Dios ha provisto en la Biblia alguna promesa, sea general o particular, que se puede aplicar, que sea precisamente idónea para su caso. Muchas de las promesas de Dios son muy amplias adrede para cubrir mucho terreno. ¿Cuán amplia puede ser la promesa en el texto: "todo lo que pidiereis orando"? ¿Qué cristiano hay que ora y no haya sido sorprendido a lo largo y ancho, y en plenitud, de las promesas de Dios, cuando el Espíritu las ha aplicado a su corazón? ¿Quién que vive la vida de oración no se ha sorprendido por su propia ceguera al no haber visto antes y sentido la extensión y riqueza del significado de esas promesas cuando son vistas bajo la luz del Espíritu de Dios? En tales momentos ha sido pasmado por su propia ignorancia, y encontrado el Espíritu aplicando las promesas y declaraciones de Biblia en un sentido del que nunca había soñado de ser aplicables antes. La manera en la que los apóstoles aplicaron las promesas y profecías y declaraciones del Antiguo Testamento, coloca en una luz fuerte la amplitud del significado, y la plenitud y riqueza de la palabra de Dios como debe ser, con frecuencia hará una apropiación de las promesas para él mismo, y una aplicación de ellas a sus propias circunstancias, y las circunstancias de aquéllos por los que ora, de las que un profesor ciego de religión nunca sonaría.

3. Donde hay alguna declaración profética, que el objeto por el que se ora sea grato a la voluntad de Dios. Cuando es claro por la profecía que el evento ciertamente va cumplirse, están ustedes obligados a creerlo, y hacer el fundamento por su fe especial en oración. Si el tiempo no se específica en la Biblia, y no hay evidencia de otras fuentes, no están obligados a creer que tomará lugar ahora o inmediatamente. Pero si el tiempo no se especifica en la Biblia, o si el tiempo puede aprenderse por el estudio de las profecías, y parece haber llegado, entonces los cristianos están bajo obligaciones de entender y aplicarlo, al ofrecer la oración de fe. Por ejemplo, tómese el caso de Daniel referente al regreso de los judíos de la cautividad. ¿Qué es lo que dice? "Yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años". Aprendió de esos libros, esto es, estudió su Biblia, y de ese modo entendió que el periodo de la cautividad iba a ser de setenta años. ¿Qué hace entonces? ¿Acaso se sienta sobre la promesa y dice: "Dios se ha asegurado de poner fin a la cautividad dentro de setenta años y el tiempo ha expirado, y no hay necesidad de hacer algo"? Oh no dice: "Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza". Se dispuso de inmediato a orar por aquello que podría cumplirse. Oró en fe. Pero ¿iba a creer? Lo que había aprendido de la profecía. Hay muchas profecías aún no cumplidas, en la Biblia, que los cristianos están obligados a entender, en tanto sean capaces de entenderlas, y hacerlas la base de la oración que creen. No piensen, como algunos parece que piensan, que porque algo se predice en profecía no es necesario orar por eso, o que sucederá si los cristianos oran o no por ella. No hay verdad en eso. Dios dice, referente a esta clase de eventos, que son revelados en profecías, "aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto".

4. Cuando las señales de los tiempos, o la providencia de Dios, indican que una bendición en particular está a punto de ser otorgada, estamos obligados a creerla. El Señor Jesucristo culpó a los judíos y los llamó hipócritas porque no entendieron las indicaciones de la Providencia. Pudieron entender las señales del tiempo, y ver cuando iba a llover, y cuando iba a haber buen clima pero no podían ver, por las señales de los tiempos, que había llegado el momento para que apareciera el Mesías, y levantara la casa de Dios. Hay muchos observantes de religión que siempre se están tropezando y son renuentes cuando se les propone que hagan algo. Siempre dicen que el tiempo no ha llegado y que no ha llegado; cuando hay otros que ponen atención a las señales de los tiempos y que tienen discernimiento espiritual para entenderlas. Éstos oran en fe por la bendición y llega.

5. Cuando el Espíritu de Dios está sobre ustedes, e incita fuertes deseos para cualquier bendición por la que están obligados a orar en fe. Están obligados a inferir por el hecho que se encuentran atraídos al deseo de tal cosa, mientras en el ejercicio de tales afectos santos como el Espíritu de Dios produce que estos deseos son la obra del Espíritu. La gente no está apta para desear con el tipo correcto de deseos, a menos que sean incitados por el Espíritu de Dios. El apóstol se refiere a estos deseos, incitados por el Espíritu, en su epístola a los Romanos donde dice: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.  Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos". Aquí, entonces, si se encuentran fuertemente atraídos para desear una bendición, van a entenderla como una indicación que Dios está dispuesto a otorgar esa bendición en particular, y entonces están obligados a creerla. Dios no juega con sus hijos. No va e incita en ellos los deseos que está él dispuesto a gratificar. Y cuando sienten tales deseos, están obligados a seguirlos hasta que obtienen la bendición.

VI. Procederé a mostrar que en este tipo de fe siempre se obtiene el objeto.

El texto es claro aquí para mostrar que ustedes recibirán aquello por lo que están orando. No dice "creed que lo recibiréis, y tendréis ya sea eso o algo más equivalente a eso". Para probar que esa fe obtiene la bendición pedida, observo...

1. que de otro modo nunca podríamos saber si nuestras oraciones fueran contestadas. Y podemos seguir orando y orando, mucho después que la oración fuera contestada por alguna otra bendición equivalente a la que pedimos.

2. Si no estamos obligados a esperar aquello que pedimos, debe ser que el Espíritu de Dios nos engaña. ¿Por qué nos incita a desear cierta bendición cuando quiere decir que concederá algo más?

3. ¿Cuál es el significado de este pasaje, "¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?"? ¿Acaso no reprende nuestro Salvador la idea que la oración puede ser contestada al dar otra cosa más? ¿Qué motivación tenemos para orar por cualquier cosa en particular si vamos a pedir por algo y recibimos otra cosa? Supongan que un cristiano deba orar por un avivamiento aquí-- ¡se le contestaría por un avivamiento en China! O que pudiera orar por un avivamiento, ¡y Dios enviara el cólera, o un terremoto! Toda la historia de la iglesia muestra que cuando Dios responde la oración, le da a su pueblo por lo que ha estado orando. Dios confiere otras bendiciones, sobre santos y pecadores, por lo que ellos no oran para nada. Manda la lluvia sobre los justos e injustos, pero cuando responde la oración, es al hacer lo que ellos le piden que haga. Sin duda, seguido hace más que responder oraciones. Les concede no sólo lo que piden, sino seguido conecta otras bendiciones con eso.

4. Quizá puedan palpar una dificultad aquí sobre las oraciones de Jesucristo. La gente pudiera preguntar con frecuencia: "¿Acaso no oró en el huerto para que la copa se pasara, y se contestó su oración? Respondo que esto no es ninguna dificultad, pues la oración fue contestada. La copa que oró para ser entregada fue quitada. Esto es lo que el apóstol se refiere cuando dice: "Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente". Ahora pregunto, ¿en qué ocasión fue salvado de la muerte, si no en ésa? ¿Fue la muerte de la cruz de la que oró que lo libraran? Para nada. El caso fue así. Poco antes de que fuese traicionado, lo oímos decir a sus discípulos "mi alma está muy triste, hasta la muerte". La angustia mental vino sobre él, hasta que estuvo listo para morir, y salió hacia el huerto para orar, y les dijo a los discípulos que velaran, y entonces fue un poco adelante y oró: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú". En su agonía se levantó y caminó por el huerto hasta que llegó donde estaban sus discípulos y los vio durmiendo. Los despertó y les dijo: "¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?" Y se fue otra vez, pues estaba tan angustiado que no podía estarse quieto, y de nuevo derramó su alma. Y la tercera vez va y ora, "Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad". Y ahora la tercera vez que oraba, ahí se apareció un ángel desde el cielo, fortaleciéndolo. Y su mente se repuso y se calmó, y la copa se había ido. Hasta entonces, había estado en una agonía tal que su sudor fue como gotas de sangre, pero ya todo había pasado.

¡Algunos han supuesto que estaba orando contra la cruz, suplicando fuera librado de morir en la cruz! ¿Acaso Cristo evadió la cruz? Nunca. Vino al mundo a propósito para morir en la cruz y nunca la evadió. Pero tenía miedo de morir en el huerto antes de llegar a la cruz. La carga de su alma era muy grande y produjo una agonía tal que sintió como si estuviera a punto de morir. Su alma estaba tan triste incluso hasta la muerte. Pero luego de que el ángel se le apareciera, ya no vemos más la agonía de su alma. Había orado por alivio de esa copa y su oración fue respondida. Se calmó y no tuvo ningún sufrimiento mental hasta que expiró. Este caso, por tanto, no es excepción. Recibió lo que había pedido, como dice, "Yo sabía que siempre me oyes".

Pero hay otro caso con frecuencia tratado donde el apóstol Pablo oraba contra el aguijón en la carne. Dice: "respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí". Y Dios le respondió "Bástate mi gracia." Es la opinión del doctor Clarke y de otros que la oración de Pablo fue contestada en aquello por lo que estaba orando. Ese "aguijón en [la] carne, un mensajero de Satanás", del cual habla era un apóstol falso que había distraído y pervertido a la iglesia en Corinto. Pablo oró contra su influencia, y el Señor le respondió al asegurarle "bástate mi gracia". ¿Quién no sabe que fue la influencia de Pablo que triunfó al fin?

Pero admitir que la oración de Pablo no fue respondida, al concederle el objeto en particular por lo que oraba, a fin de resolver el caso como una excepción de oración de fe, están ellos obligados a asumir que aquello sea probado. No hay razón para suponer que Pablo siempre oraba en fe no más que cualquier otro cristiano. La manera en la que Dios le respondió muestra que no fue en fe. Virtualmente le dice "ese aguijón es necesario para tu santificación y librarte de ser exaltado sin medida. Lo envío en amor, y en fidelidad, y no tienes ningún asunto para orar que deba quitarlo. &endash;DÉJALO".

No sólo no hay evidencia de que oró en fe, sino una fuerte suposición que no. Por la historia es evidente que no tenía nada sobre la cual reposar en fe. No había una promesa expresa, ninguna promesa general, que pudiera ser aplicable, ninguna providencia de Dios, ninguna profecía, ninguna enseñanza del Espíritu que Dios quitaría ese aguijón; pero la suposición era que Dios no la quitaría. Se lo había dado a él por un propósito en particular. Su oración parece haber sido egoísta, o por lo menos el orar por una influencia meramente personal. Esto no era un sufrimiento personal que retardaba la utilidad de él, sino al contrario le fue dado para aumentar su utilidad al mantenerse humilde, y porque por alguna razón vio que era inconveniente y mortificante, se dispuso a orar de su propio corazón, evidentemente sin ser llevado a eso por el Espíritu de Dios. Pero ¿oró Pablo en fe sin el Espíritu de Dios como cualquier otro hombre? Y ¿cualquiera intentaría decir que el Espíritu de Dios lo llevó a orar para que eso fuese removido, cuando Dios mismo se lo había dado por un propósito en particular, cuyo propósito no podía responderse en tanto el aguijón continuara con él?

¿Por qué entonces se hace de esto una excepción a la regla general puesta en el texto, que un hombre recibirá lo que pidiere en fe? Una vez quedé pasmado y dolido en el examen público en el Seminario Teológico al oír que oscurecían el consejo con palabras sin conocimiento del tema. Este caso de Pablo, y el de Cristo, que acabo de mencionar, fueron los dos citados como ejemplos para probar a sus estudiantes que la fe en oración no sería contestada en algo en particular por lo cual oraran. Ahora, enseñarles opiniones como esas dentro y fuera de un seminario teológico, es jugar con la palabra de Dios, y romper el poder del ministerio cristiano. ¿Han llegado a eso, que nuestros doctores serios en nuestros seminarios sean utilizados para instruir a vigías de Sion, para creer y enseñar que no se debe esperar que la oración de fe vaya a ser contestada en conceder el objeto por el que oramos? Oh, ¡no lo anuncien en Gat ni den las nuevas Ascalón! ¿Qué va a ser de la iglesia mientras sean tales las posturas de los ministros más serios e influyentes? No sería severo y censurador, sino como uno de los ministros de Cristo, me siento obligado a llevar el testimonio contra tal perversión de la palabra de Dios.

5. Es evidente que la oración de fe obtendrá la bendición desde el hecho que nuestra fe descansa en evidencia que para conceder aquello sea la voluntad de Dios. No la evidencia que algo más se otorgará, sino que será ese objeto en particular. Pero ¿cómo, entonces tenemos evidencia que eso será concedido, si otra cosa se otorgará? La gente con frecuencia recibe más de lo que ora. Salomón oró por sabiduría, y Dios le concedió además riquezas y honor. Una esposa ora a veces por la conversión de su esposo, y si ofrece la oración de fe, Dios no sólo puede conceder esa bendición, sino convertir a su hijo, y toda su familia. Las bendiciones a veces parecen estar juntas para que si el cristiano gana una, reciba todas.

V. Voy a mostrar cómo vamos a llegar a ese estado de la mente, en el que podemos ofrecer esa oración.

La gente a veces pregunta: "¿Cómo ofreceré esa oración? ¿Diré ahora voy a orar en fe por tal y tal bendición?" No, la mente humana no es movida de esa manera. De una vez digan, "ahora voy a llamar a un espíritu del abismo". Respondo:

1. Deben primero obtener evidencia que Dios otorgará la bendición. ¿Cómo hizo Daniel para ofrecer oración de fe? Escudriñó las escrituras. Ahora, no necesitan dejar su Biblia en la repisa y esperar que Dios revele sus promesas a ustedes. Busquen a través las escrituras, y vean dónde pueden obtener una promesa general o especial, o una profecía, en la puedan plantar sus pies cuando oren. Vayan a la Biblia y la encontrarán llena de tales cosas--preciosas promesas, que ustedes pueden suplicar en fe. Nunca necesitan carecer de objetos de oración, si hacen lo que hizo Daniel. Las personas se asombran sobre este tema porque nunca hacen un uso apropiado de la Biblia.

Un caso curioso sucedió en uno de los pueblos en la parte oeste del estado. Había ahí un avivamiento. Un clérigo llegó y escuchó bastante sobre la oración de fe. Se asombró por lo que se decía, pues nunca había considerado el tema a la luz de cómo lo hacían. Preguntó al respecto al ministro que estaba trabajando ahí. El ministro le pidió, en un espíritu afable, de volver a casa, y tomar su Testamento, ver los pasajes que se referían a la oración, y que acudiera con la gente que oraba y les preguntara cómo entendían esos pasajes. Dijo que lo haría, aunque esta percepción era nueva para él, estaba dispuesto a aprender. Lo hizo, y fue con sus hombres y mujeres de oración, y leyó los pasajes sin observación o comentario, y les preguntó lo que pensaban. Encontró que su simple sentido común los había llevado a entender esos pasajes y a creer que significaban así como éstos decían. Esto le afectó a él, y el hecho de ir y presentar las promesas ante las mentes de ellos despertó el espíritu de oración en ellos y un avivamiento siguió.

Podría nombrar a muchos individuos que se han propuesto a examinar la Biblia sobre este tema, y antes de ir a la mitad habrán sido llenos con el espíritu de oración. Ellos encontraron que Dios quería que sus promesas fuesen entendidas por hombres con sencillo sentido común. Les aconsejo que lo intenten. Tienen Biblias; examínenlas, donde encuentren una promesa que puedan usar, guárdenla en sus mentes antes de que sigan; y me aventuro a predecir no habrán terminado el libro sin averiguar que las promesas de Dios significan lo que quieren decir.

2. Guarden los buenos deseos que tienen. Los cristianos muy seguido pierden sus buenos deseos al no atender eso; y entonces sus oraciones son meras palabras, sin ningún deseo o seriedad en lo absoluto. El menor deseo de añoranza debe ser guardado. Si su cuerpo estuviera por congelarse, y tuvieran una llama muy pequeña de la fogata, ¡cómo la atesorarían! Entonces, si tienen el menor deseo por una bendición, sin importar qué tan pequeño sea, no jueguen con él. No constriñan al Espíritu. No se aparten. No suelten los buenos deseos por ligereza, censura, mente mundana. Velen y oren y denle seguimiento o nunca harán la oración de fe.

3. La consagración entera a Dios es indispensable para la oración de fe. Tienen que vivir una vida santa y consagrar todo a Dios--su tiempo, talentos, influencia--todo lo que tengan y todo lo que son, para que sea de él enteramente. Lean la vida de hombres piadosos, y quedarán impactados con este hecho: que apartaban tiempo para renovar su pacto, y renovarse para Dios; y cuando lo hacían, una bendición seguía inmediatamente. Si tuviera a Edwards aquí esta noche, podría leer pasajes mostrando cómo era en sus días.

4. Deben perseverar. No van a orar por una cosa a la vez, y luego dejar de hacerlo, y llamar eso oración de fe. Vean a Daniel. Oró por veintidós días y no paró hasta que hubo tenido la bendición. Apartó su corazón y su rosto ante el Señor para buscar en oración y súplica, con ayuno, cilicio, y cenizas, y estuvo tres semanas así y luego llegó la respuesta. Y ¿por qué no llegó antes? Dios envió a un arcángel con el mensaje, pero el diablo lo obstaculizó todo ese tiempo. Vean lo que Cristo dice en la parábola del juez injusto y la parábola de los panes. ¿Qué nos enseña por ellas? Pues que Dios concede las respuestas a la oración cuando se es insistente. "¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?"

5. Si oran, asegúrense de caminar todos los días con Dios. Si lo hacen, les dirá por qué orar. Sean llenos de su Espíritu y les dará los objetos suficientes para orar. Les dará tanto de su espíritu de oración como tengan fuerzas del cuerpo para soportar.

Me dijo un buen hombre: "Oh, me estoy muriendo por falta de fuerzas para orar. Mi cuerpo está molido, el mundo está sobre mí, y ¡cómo puedo soportar orar!" Sabía yo que ese hombre se iba a la cama totalmente enfermo por la debilidad y desfallecimiento, bajo presión. Y supe que él oraba como si hiciera violencia en el cielo, y luego vi la bendición llegar tan sencillamente en respuesta a su oración como si fuese revelada, para que ninguna persona lo dudara más como si Dios hubiese hablado desde el cielo. ¿Les digo cómo murió? Oró más y más, y tomaba un mapa del mundo ante él y oraba, y veía a los países diferentes y oraba por ellos hasta que expiró totalmente en su cuarto de oración. ¡Bendito hombre! Fue el reproche de los profesantes impíos y carnales, pero el favorito del cielo, y un príncipe prevaleciente en oración.

VI. Me referiré a algunas objeciones contra esta doctrina.

1. "Lleva al fanatismo y equivale a una nueva revelación". ¿Por qué debe ser esto una piedra de tropiezo? Deben ellos tener evidencia para creer antes de que puedan ofrecer la oración de fe. Y si Dios da otra evidencia además de los sentidos, ¿dónde está la objeción? Cierto, hay un sentido en el que ésta es una nueva revelación; está dando a conocer aquello por su Espíritu. Pero es la revelación que Dios ha prometido dar. Es lo que vamos a esperar si la Biblia es cierta, que cuando no sabemos qué debemos orar. Según la voluntad de Dios, su Espíritu ayuda nuestras enfermedades y nos enseña por qué orar. ¿Negaremos la enseñanza del Espíritu?

2. Con frecuencia se pregunta: "¿es nuestro deber orar la oración de fe para la salvación de los hombres?" Respondo que no, pues eso no es aquello según la voluntad de Dios. No tenemos evidencia de que todos serán salvos. Debemos sentirnos benevolentes hacia todos y desear su salvación. Pero Dios lo ha revelado a nosotros que muchos de la raza humana serán condenados. No puede ser un deber creer que serán todos salvos frente a una revelación a lo contrario. En la oración de Cristo, en el capítulo 17 de Juan, expresamente dijo: "Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste".

3. Pero algunos dicen: "Si ofrecemos esta oración para todos los hombres, ¿no serían todos los hombres salvos?" Respondo que sí, y entonces serían salvos, si todos se arrepintieran. Pero no lo harán. Ni los cristianos ofrecerán oración de fe por todos, porque no hay ninguna evidencia sobre la cual sustentar una creencia de que Dios intenta salvar a todos los hombres.

4. Pero preguntan: "¿Por quién vamos a ofrecer esa oración? Queremos saber en qué casos, para qué personas y lugares, y en qué tiempos, etc., vamos a hacer la oración de fe. Respondo, como he ya respondido, cuando tengan evidencia, de las promesas, o profecías, o las direcciones del Espíritu, que Dios hará las cosas por las que oran.

5. "¿Cómo es que tantas oraciones de padres piadosos por sus hijos no son contestadas? ¿Acaso no dijo usted que había una promesa, la cual padres piadosos pueden aplicar para sus hijos? ¿Por qué es que, entonces, tantos padres han tenido hijos impenitentes que mueren en sus pecados? Considerando que así es, ¿qué prueba? Que Dios sea verdad, pero todos los hombres mentirosos. ¿A quién creeremos, que la promesa de Dios ha fallado o que estos padres no cumplieron su deber? Quizá no creyeron la promesa, o no creyeron que había tal cosa como la oración de fe. Donde encuentren a un profesante que no crea en esa oración, encontrarán, como algo general, que tiene hijos y sirvientes aún en sus pecados. Y no es de extrañarse, a menos que se conviertan en respuesta a las oraciones de alguien más.

6. "¿Acaso esto no llevará al fanatismo? ¿Acaso no pensará mucha gente que está ofreciendo la oración de fe cuando no lo está?" Esa es la misma objeción que los unitarios hacen contra la doctrina de la regeneración--que mucha gente cree que ha sido nacida de nuevo cuando no. Es un argumento contra toda la religión espiritual. Algunos piensan que la tienen cuando no la tienen, y son fanáticos. Pero hay quienes saben lo que es la oración de fe, así como hay quienes saben lo que es experiencia espiritual, aunque se tropiecen con profesantes de corazón frío que no la conocen. Incluso los ministros se exponen con frecuencia a la reprensión que Cristo dio a Nicodemo: "¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?"

OBSERVACIONES.

1. Las personas que no saben por experiencia lo que es esto tienen mucha razón para dudar su piedad. No es por ningún motivo de falta de benevolencia. Que se examinen ellos mismos. Es de temerse que entienden la oración como Nicomedo entendió el nuevo nacimiento. No han caminado con Dios, y ustedes no se lo pueden describir a ellos, así como tampoco le pueden describir los colores de una bella pintura a un daltónico. Muchos profesantes pueden entender acerca de la oración de fe tanto como un daltónico los colores.

2. Hay razón para creer que millones están en el infierno porque los profesantes no han ofrecido la oración de fe. Cuando tenían promesas bajo sus ojos, no han tenido la fe suficiente para usarlas. Del mismo modo los padres dejan a sus hijos, incluso hijos bautizados, irse al infierno porque no creen las promesas de Dios. Sin duda, muchos esposos de mujeres se han ido al infierno, cuando pudieron haber prevalecido con Dios en oración y salvarlos. Las señales de los tiempos y las indicaciones de la Providencia fueron favorables, quizá, y el Espíritu de Dios movió deseos para su salvación, y tuvieron evidencia suficiente para creer que Dios estaba listo para conceder una bendición, y si solamente hubieran orado en fe, Dios la hubiera concedido; pero Dios la rechazó porque no discernieron las señales de los tiempos.

3. Dicen ustedes: "Esto deja a la iglesia bajo una gran carga de culpa". Cierto, y sin duda multitudes estarán frente a Dios todos cubiertos con la sangre de las almas que se han perdido mediante la falta de fe esas multitudes. Las promesas de Dios, acumuladas en la Biblia de ellas, se les quedarán viendo fijamente a la cara y se inclinarán hacia el infierno.

4. Muchos profesantes de religión viven tan lejos de Dios que el hablar con ellos sobre la oración es todo inteligible. Muy seguido la gran ofensa posible para ellos es predicar sobre ese tipo de oración.

5. Quiero hacerle algunas preguntas a los profesantes que están aquí. ¿Saben lo que es orar en fe? ¿Han orado de esa manera? ¿Han orado hasta que su mente asegura que la bendición llega--hasta que sienten ese descanso en Dios, esa confianza, tan perfecta, como si vieran bajar del cielo a Dios para dárselas? Si no, deben examinar el fundamento de ustedes. ¿Cómo pueden vivir sin orar en fe? ¿Cómo viven a la vista de sus hijos, mientras no tienen certeza alguna que se convertirán? Uno pensaría que ustedes enloquecerían. Conocí a un padre, un buen hombre del oeste, que tenía opiniones equivocadas respecto a la oración de fe; y todos sus hijos eran grandes y sin convertir. Un hijo enfermó y parecía que iba a morir. El padre oró, pero el hijo empeoró y parecía que se iría a la tumba sin esperanza. El padre oró hasta que su angustia fue inexplicable. Por fin oró (no parecía haber ninguna esperanza por la vida de su hijo), derramando su alma como para no ser negado, hasta que por fin obtuvo la certeza de que su hijo no sólo viviría sino que se convertiría, y no sólo él, sino toda su familia se convertiría a Dios. Llegó a su casa y les dijo que su hijo no moriría. Estaban pasmados. Les dijo, "les digo que no va a morir, ningún hijo mío jamás morirá en sus pecados". Los hijos de ese hombre se convirtieron hace años.

¿Qué piensan de eso? ¿Fue fanatismo? Si lo creen, es porque no saben nada sobre el asunto. ¿Oran así? ¿Viven de tal manera que pueden ofrecer tal oración por sus hijos? Sé que los hijos de los profesantes pueden a veces convertirse en respuesta a la oración de alguien más. ¿Pero deben vivir así? ¿Se atreven a confiar las oraciones de otros cuando Dios los llama a sostener esta relación de suma importancia con sus hijos?

Finalmente--vean qué esfuerzo combinado se hace para disponer de la Biblia. Los perversos están desechando las amenazas de la Biblia y la iglesia las promesas. ¿Qué es lo que queda? Entre ellos, dejan la Biblia en blanco. Lo digo en amor: ¿para qué son buenas sus Biblias pues si no nos agarramos de las preciosas promesas, y las usamos como la base de nuestra fe cuando oramos por la bendición de Dios? Mejor envíen sus Biblias a los inicuos, donde les hará algo de bien, si ustedes no van a creer y usarlas. No tengo evidencia que haya mucho de esa oración en esta iglesia o en esta ciudad. Y ¿qué va a ser de ella? ¿Qué va a ser de los hijos de ustedes, sus vecinos, los perversos?

 

 

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