LA VERDAD DEL EVANGELIO

 LA SANTIDAD DE LOS CRISTIANOS EN LA VIDA PRESENTE

The Oberlin Evangelist.

15 de febrero de 1843

Conferencias por el profesor Finney.

Reportadas por el Evangelist por el Rev. S.D. Cochran.

#4

LA SANTIDAD HABITUAL DE LA PRUEBA DEL CARÁCTER CRISTIANO

 

"Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios."--1 Juan 3:9.

 

En este discurso:

I. INDAGARÉ LO QUE NO ES PECADO.

II. LO QUE ES.

III. LO QUE NO ES SER NACIDO DE DIOS.

IV. LO QUE ES.

V. LO QUE NO ES LA SIMIENTE QUE SE HABLA EN EL TEXTO.

VI. LO QUE ES.

VII. LO QUE NO SE INTENTA POR LA ASERCIÓN QUE TODO AQUEL QUE ES NACIDO DE DIOS NO PECA Y NO PUEDE PECAR.

VIII. LO QUE SE INTENTA.

IX. CÓMO UN CRISTIANO PUEDE DISTINGUIRSE DE UN PECADOR.

 

I. Lo que no es pecado.

1. El pecado no es una parte del alma o el cuerpo.

2. No es nada infundido en el alma o cuerpo. Algunos hablan como si supusieran todo el ser, alma y cuerpo para ser saturado con pecado. Nada puede ser más absurdo.

3. No es ninguna mancha de corrupción o un estado fallido de la constitución. La Biblia no lo pone así, y la razón ciertamente afirma que sea algo totalmente diferente a eso.

4. No es nada que sea o pueda ser transmitido de padres a hijos por generación natural. Esto contradiría la definición bíblica del pecado, y la suposición es en sí absurda.

5. Tampoco consiste en alguna debilidad, flaqueza o inhabilidad, sea natural o moral, para obedecer a Dios. En ningún lado, la Biblia hace que consista en eso, y no ciertamente el sentido común.

6. Tampoco consiste en algún apetito, pasión o mero sentimiento. Éstos, como hemos visto en una conferencia anterior, son constitucionales, involuntarios y en sí mismos completamente carentes de todo carácter moral.

7. Tampoco consiste en algún grado de incitación de éstos en circunstancias apropiadas, pues en las circunstancias apropiadas son incitados de la necesidad.

8. Tampoco consiste en cualquier estado o acto de la inteligencia, pues ésta también actúa de la necesidad, y sólo podemos ser responsables de sus operaciones tan como podamos regularla por disposición.

9. Tampoco consiste en acciones externas, pues éstas son requeridas por el fin supremo escogido, y en sí mismas son completamente carentes de todo carácter moral.

 

II. Lo que es pecado.

1. Como se dijo en una conferencia anterior, las facultades primarias de la mente son la inteligencia, la sensibilidad y el libre albedrío. Esto lo sabemos por la conciencia. La inteligencia es aquel poder que piensa, afirma, razona, y reflexiona. La sensibilidad es el poder de sentir. A este poder son referidos todos los apetititos, los deseos, las pasiones y las emociones. El libre albedrío es el poder que dispone.

2. La voluntad siempre es influida por motivos que se originan en la inteligencia o sensibilidad. La voluntad siempre elige algún objeto, o actúa en referencia a algún motivo; sabemos por la conciencia que estos motivos son deberes percibidos por la inteligencia o las susceptibilidades despertadas de la sensibilidad, que siempre invitan a la mente a buscar gratificación de sus apetitos y pasiones por su propia causa. No quiero decir que la acción de la inteligencia y la sensibilidad estén tan aisladas de una y la otra, que ninguna de ellas actúa en perfecta independencia de la otra, pues sabemos que cada pensamiento y afirmación de la inteligencia es acompañada por algún sentimiento de la sensibilidad, al contrario de cada sentimiento que despierta en la inteligencia afirmaciones, pensamientos y razonamientos a una extensión mayor o menor, pero lo que quiero decir es que algunos motivos se originan dentro y son dirigidos a la voluntad por la inteligencia, y algunos al contrario, se originan en la sensibilidad, y como tales, influyen en la voluntad. La distinción de la que estoy hablando es lo que todos quieren decir, cuando se habla de la diferencia entre ser llevado por la propensión o pasión, y por la razón. La inteligencia y sensibilidad mutuamente influyen en cada una, pero una o la otra toma la delantera. En otras palabras, la mente, que es una unidad, en pensar, siente; y en sentir, piensa. Cuando la inteligencia revela e impone obligación, siempre es hecha eco por la sensibilidad, y, al contrario, cuando algún apetito o deseo es incitado en la sensibilidad, la inteligencia es despertada hacia el pensamiento con respecto a eso. En un caso, la sensibilidad sigue como resultado en el despertar de la inteligencia, pero en otros la acción del sentido y la inteligencia está indirectamente bajo en control de la voluntad, que por su poder soberano siempre determina cuál será el ascendiente.

3. La mente afirma a sí misma estar bajo obligación de obedecer la ley de la razón, así como yo supongo que la mente de Dios impone obligación en él. La santidad de Dios consiste en la obediencia de él de la ley revelada e impuesta en él por su propia razón infinita y eterna, y así la obligación de todos los seres morales debe consistir en su conformidad voluntaria a lo que su propia razón afirma ser obligatorio. La santidad entonces es ese estado de la voluntad o corazón que consiste en la consagración voluntaria de todo el ser de Dios.

4. El pecado es el opuesto exacto a eso, y consiste en la consagración, la voluntad o el corazón, de todo el ser a la gratificación del yo. Esto es egoísmo, que ya hemos intentado mostrar que es la sustancia de todo pecado en el universo. Cual sea, en la acción de la voluntad o el corazón, no conformado a la ley del amor, como es percibido por la razón, es pecado, si es la omisión del deber, o la comisión de aquello que está positivamente prohibido. La conformidad entera del corazón y la vida, por tanto, a toda verdad conocida es santidad, y nada menos que eso sea o pueda ser. Si las personas niegan eso, es pasar por alto la naturaleza de la ley y conformidad a ella. La ley de Dios requiere perfecta conformidad a la vida y el corazón de toda verdad percibida, y esto es perfección moral en cualquier ser, y el único sentido en el que cualquier ser puede ser moralmente perfecto en cualquier mundo. Supongan que hay un pigmeo moral cuyo patrón de la verdad es el número 1. Ahora, si se conforma enteramente a eso, cumple completamente su deber. Así pueden aumentar la balanza a 2, 5, 10, 20, y la perfección moral aún consistirá en la conformidad a la luz poseída. Supongan que suben la balanza a diez mil o un millón, es aún lo mismo hasta que lleguen a Dios mismo, y esto es lo que constituye la perfección moral de Dios. Todas las verdades en el universo las sabe él con absoluta certeza, y se conforma a todo lo que sabe. Ya que su conocimiento no admite aumento, su santidad no admite ninguno, mientras la de todos los seres sí admite y admitirá por toda la eternidad. Los ángeles sin duda sostienen innumerables relaciones de la que ellos están totalmente ignorantes, y a las que no son conformados moralmente, pero su estado de voluntad es tal que tan rápido como aprenden se conforman a ellas, y así su santidad está constantemente aumentando, y así debe ser desde el grado más bajo al más alto de capacidad moral. Todo, entonces, que no viva a la luz que tenemos es pecado, y cada acto moral es bueno o malo.

 

III. Lo que no es nacido de Dios.

1. La regeneración no consiste en la creación de nuevas facultades. Tenemos facultades suficientes, más de las que usamos bien, y no necesitamos más.

2. Tampoco consiste en un cambio constitucional. Un cambio constitucional estaría más lejos que un cambio moral, y sería difícil decir cuál bien haría.

3. Tampoco consiste en implantar, o infundir alguna pieza, parte o principio físico de santidad en el alma. ¿Qué se quiere decir por un principio de santidad cuando un lenguaje así se usa para designar algo aparte de la santidad en sí misma?

4. Tampoco consiste en un cambio de los apetitos y las propensiones constitucionales. Éstos no tienen carácter moral en sí mismos y no necesitan cambio. Sólo necesitan ser regulados correctamente.

5. Tampoco consiste en la introducción o implantación de un nuevo gusto. No podría haber ninguna virtud en la regeneración si consistiera en cualquiera de estas cosas, y son todos errores al pasar por alto la naturaleza de la virtud, pero…

 

IV. ¿Qué es ser nacido de Dios?

1. Ser nacido de Dios es tener un corazón nuevo.

2. Hemos visto que el corazón viejo o malo es el mismo que la mente carnal, y que la mente carnal o el corazón malo consiste en la devoción de la voluntad a la gratificación de uno mismo. La gratificación de uno mismo es el fin principal escogido.

3. Ahora, ser nacido de nuevo, o de Dios, es hacer un cambio radical en la intención principal, o elección de un fin. Se llama ser nacido de nuevo porque es un cambio de todo el carácter moral y curso de vida. Cristo dice "si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos". La fraseología es figurativa y enfática porque cuando un ser moral ha cambiado su intención principal, debe por necesidad vivir enteramente una nueva vida, perfectamente lo opuesto a lo que era antes

4. Se llama ser nacido de Dios, o de arriba, porque los pecadores son influidos a hacer este cambio voluntario por la palabra y el Espíritu de Dios. Digo cambio voluntario porque cada uno está perfectamente consciente que era voluntario en él, y porque debe por necesidad ser voluntario, si tiene algún carácter moral en él, y pudiera añadir que, a menos que sea voluntario, descarriarse de eso sería naturalmente imposible, y la obediencia necesaria, que son tan falsos en hecho como lo son de absurdos en teoría.

 

V. Lo que no es la simiente que permanece en los cristianos.

1. No es un germen, raíz, brote o gusto físicos insertados en el alma. Si así fuera, entonces caer de la gracia es naturalmente imposible, y la perseverancia naturalmente necesaria. Esta teoría roba a la religión de toda virtud cual sea.

2. No es amor ni ningún otro ejercicio santo. En otras palabras, no es religión para nada. La religión es la conformidad voluntaria a la ley de Dios y decir que esto permanece en el cristiano no podría tener ningún significado. No puede ser la simiente.

3. No consiste en algún principio nuevo implantado en el alma.

 

VI. Lo que es la simiente.

1. Es la palabra o verdad que lo regeneró--esto es, en vista de lo cual cambió él su intención principal o corazón. La verdad es frecuentemente llamada simiente en la Biblia: "siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre". "Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas".

2. Esta palabra o verdad es llamada la simiente de Dios porque es introducida y dada a conocer a la mente por el Espíritu Santo. De ahí, se nos dice ser "nacido de Dios". Es su verdad que estimula el alma hacia la acción voluntaria correcta. Ahora, todos saben, por su propia conciencia, que ésta es la forma en la que fue nacido de nuevo. Oigan al recién convertido contar su experiencia. Empieza a contar de la verdad que cautivó su atención, y lo compungió, cómo pensó una cosa tras otra, que percibió esto y el otro ser verdad como nunca antes, y que finalmente se decidió en vista de lo que vio que era verdadero para arrepentirse. Ahora, ¿qué está haciendo? Pues, está dando la historia de su regeneración, y dándola a detalle, pero ¿conoce la historia de su regeneración? Tan bien como sabe cualquier cosa bajo el cielo. Seguro que no vio al Espíritu, ni percibió que era el Espíritu, porque el Espíritu lleva a Cristo, pero está consciente que vio la verdad como nunca antes la vio, y está consciente que fue perfectamente voluntario bajo su influencia.

3. Esta simiente, que una vez ha roto el poder del egoísmo, permanece en él, esto es, en su memoria, para que pueda pecar sólo al dejarla soltarse. "Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre". Esta verdad, como dije antes, no es una pieza de algo que Dios puso en ustedes, ni es religión, ni amor, sino es aquello que sometió la voluntad de ustedes y no cesará de influirlos, sólo en tanto ustedes dejen que se suelte.

 

VII. Lo que no se intenta por la aserción que todo aquel que es nacido de Dios, no practica y no puede practicar el pecado.

1. No puede significar que un ser santo no tenga poder para cometer pecado. Adán era un ser santo y pecó, como también "los ángeles que no guardaron su dignidad". Si hubiera una falta de poder natural para pecar, no habría ninguna virtud en la obediencia. Esta posición contradiría innumerables hechos. Quizá muy pocos han sido nacidos de Dios que no han después sido culpables de pecado. Esto es un asunto de conciencia. La mayoría de las historias registradas en la Biblia de hombres buenos muestran que ellos cayeron en pecado, y la Biblia en todos lados da por sentado que hay peligro en esto. Destruiría la agencia libre y la posibilidad de ser pecaminoso o santo.

2. Haría que Juan se contradijera a sí mismo, pues estaba escribiendo para personas regeneradas, pero él desde el principio da por sentado que podrían pecar, y estaban en peligro de pecar. Ni puede significar que uno que es nacido de Dios nunca en ninguna instancia peca bajo la fuerza de la tentación. Esto contradiría todo el resto de la Biblia.

 

VIII. Lo que se intenta por eso.

1. Se intenta desde una vez que la verdad ha roto el poder de la pasión y el apetito, y ha ganado el consentimiento de su voluntad, y desde que permanece en él, esto es, en su memoria, no consentirá agradarse a sí mismo en cualquier forma de pecado.

2. No puede aquí ser usado en su sentido popular como generalmente es en la Biblia. Tal lenguaje no debe estirarse ni cortar profundamente. Es usado como ahora se usa en conversación popular. Supongan que digo no puedo tomar 5 dólares para mi reloj. ¿Qué quiero decir? No que no tengo poder de tomarlo, sino que no estoy dispuesto a tomarlo. Si digo no puedo aventar esta mesa por el cuarto, la naturaleza del caso muestra que uso no puedo para indicar una imposibilidad natural, pero en el primero tal como se usa todos los días en toda tienda de Broadway.

3. Se intenta entonces que con todos los cristianos la santidad sea la regla y el pecado la excepción--si hay pecado, ese pecado es sólo ocasional opuesto a lo habitual, que es tan infrecuente que, en el lenguaje fuerte de Juan, puede verdaderamente decirse que ellos no pecan. Si el pecado no es tan raro para ser meramente ocasional en vez de habitual, el texto es absolutamente falso. Por ejemplo, supongan que debo decir que un hombre no es un borracho. No se me debe entender que diga que nunca se emborrachó en su vida, sino se me debe ciertamente entender que digo que a lo sumo sus arranques de emborracharse fueron extremadamente raros. Juan, como escritor, se expresa muy fuerte, y pudiera leer yo muchos pasajes de sus escritos mostrando que no intenta tales términos en un sentido absoluto, sino para establecer que, en los cristianos, su aversión al pecado, y su propósito de obediencia son tan fuertes y firmes que se puede decir en lenguaje fuerte que no pueden pecar. "Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios".

4. Debe intentarse que los cristianos sólo pecan por ser desviados de la consideración de la verdad por la fuerza de la tentación. Esto es lo menos que éste y pasajes similares puedan significar. No se intenta aseverar que deba ser verdad de los cristianos, sino lo que es de hecho. Está él dibujando el retrato de un cristiano y colgándolo para que vea toda la Iglesia en todas las épocas.

 

IX. Cómo un cristiano se distingue de un pecador.

1. No pueden distinguirse por profesión, pues sin duda muchos pecadores hacen profesión y algunos cristianos no.

2. Ni pueden distinguirse por su observancia de las formas de religión, ni por sus credos u opiniones, ni por la posición de su iglesia, ni por las emociones o sentimientos que manifiestan. Las emociones son tan naturales al impenitente como para los cristianos, y no son una prueba que distinga, sino…

3. El cristiano es benevolente, mientras que el pecador es egoísta. Éstos son sus estados principales de la mente y se manifestarán en ambos por una necesidad natural.

4. El cristiano es influido por la razón y el pecador por puro sentimiento. Si quieren influir en un pecador, deben apelar a sus sentimientos, pues nada más lo moverá. No ha aprendido a someter su voluntad al dominio de la verdad, pero el cristiano se ha dedicado a la verdad y siempre es influido por ella. Sabe que los sentimientos entran en efervescencia, hierven o se congelan, así como las circunstancias varían, mientras la verdad es por siempre la misma. Dijo un hermano no hace mucho: "Estoy angustiado por mi esposa. Está llena de sentimiento, y puede ser afectada por las apelaciones que están calculadas para despertarlo, pero no puedo influir en ella con la verdad". Le contesté que eso era en verdad una señal sombría; "ahora digo que debo tener esperanza por mi esposa ni nadie más, quién no puede ser influido para el deber, por la simple verdad, sin la ayuda de las apelaciones de la sensibilidad.

5. El cristiano obedece toda verdad conocida, en todos los temas, mientras que los pecadores se conforman a la verdad sobre aquellos temas reforzados por la opinión pública. La verdad es la ley del cristiano, y se conforma a ella tan plenamente en oposición como a la conformidad de la opinión pública, pero ¡escuchen! Un pecador se conformará a algunas verdades externamente, pero no a todas, y ni realmente a ninguna en su corazón. El sentimiento público es un dios que mucha gente obedece y adora.

6. Los cristianos se adhieren al principio frente a toda oposición, mientras que los pecadores tiemblan ante él. Que la oposición se levante tan alto, verán al verdadero cristiano estar firme como una roca, y se enfrentará a las olas vigorosas--no encogerá ni temblará. No es lo mismo con el pecador. Estará de acuerdo mientras todo esté tranquilo, pero cuando la ola se levante, lo verán rindiéndose a su fuerza y se dejará llevar adonde vaya. "Enseguida tropieza y cae" (LBLA).

7. Nunca puede decirse de un verdadero cristiano que el pecado tiene dominio sobre él, pero alguna forma de pecado tiene dominio sobre los pecadores universalmente. A veces da por sentado un tipo y a veces otro, pero el pecado es su amo.

8. Los cristianos obedecen el espíritu y letra de la ley moral, pero los pecadores sólo obedecen la letra, incluso hacen eso.

9. Causen a un cristiano ver la verdad sobre cualquier tema y la obedecerá, pero el pecador la verá y la admitirá, y seguirá en sus pecados. Sus apetitos, y no su conciencia, son su amo.

 

OBSERVACIONES.

1. Todo cristiano real vive habitualmente sin pecado. No hay nada más común que encontrar grandes clases de profesantes de religión que reconocen que están viviendo en pecado. Les preguntan: ¿Saben que eso está mal? "Sí", dicen, "pero no se espera que ninguna persona viva sin pecado en este mundo. Debemos pecar algo". Ahora, como la Biblia es cierta, tales personas son engañadas, y están en camino al infierno. Si eso es religión, ¿qué es cristianismo? Pero dirán: "Sé lo que dices de este texto no puede ser su significado, pues no es mi experiencia". ¡Desdichado! Esta excusa no le hará bien, pues la palabra de Dios es cierta, cual sea su experiencia, y en el día de la eternidad, ¿dónde estarán si confían en eso? Ahora, claman y dicen "¿por qué es esto horrible, pues si fuera verdad qué será de la gran masa de cristianos?" Déjenme decirles que todos los cristianos verdaderos serán salvos, pero a los hipócritas Dios los juzgará. Dijo una mujer a un ministro no hace mucho: "¿Confiesas tus pecados?" ¡Confesar tus pecados! ¿Qué quieres decir por eso? Pues, ella quiere decir preguntar si cada vez que él oraba confesaba, no que fuera un pecador en tiempos pasados, sino que ahora de hecho estaba pecando contra Dios. Ella, con muchos otros profesantes, de hecho, parecían pensar que los cristianos deben pecar un poco todo el tiempo a fin de mantenerse humildes y tener algo que confesar. ¡De veras!

2. Es un error peligroso inculcar que los cristianos pecan a diario y cada hora. Abre la puerta ampliamente a falsas esperanzas y el efecto en la Iglesia es que se llena de víctimas de engaño.

3. Es igualmente peligroso decir que la mayoría de los deberes santos son pecaminosos, que "el pecado está mezclado con todo lo que hacemos". ¡Qué! Entonces, Juan debió haber dicho "Todo aquel que es nacido de Dios, peca diariamente y a cada hora, pese a la simiente de Dios que permanece en él, pues el pecado está mezclado con todo lo que hace". Es de hecho palpable que lo que es santo no es pecaminoso. La santidad es conformidad a toda obligación percibida, no hay, y no puede haber, pecado mezclado en eso. Cristo dice: "No podéis servir a Dios y a las riquezas". Y Santiago dice: "Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos". Una persona, por tanto, sabiendo la obligación para descansar en ella, y no la cumple, es vivir en pecado y no es cristiana. Es en vano apelar a la experiencia en contra de la Biblia.

4. Todos los que viven en la omisión del deber o la comisión de lo que es contrario a la verdad sabida están viviendo en pecado habitual y no son cristianos.

5. Cuán infinitamente diferente es la doctrina de este discurso, desde el punto de vista común, y lo que es generalmente inculcado. Dijo un ministro célebre al dar la definición de un cristiano: "Tiene poca gracia y mucho del diablo". Ahora, ¿de dónde vino un sentimiento como ese? ¿De la Biblia? No, sino de un acomodo ruin de la Biblia a un patrón falso. Y sin embargo tan en boga está ese sentimiento que, si lo niegan, los ven atónitos y dicen: "Pues, creo que son unos perfeccionistas". Ahora, lean el lenguaje de la Confesión de Fe la Iglesia Presbiteriana, a un lado de lo que Juan dice, "Ningún hombre desde la caída puede, ya sea por sí mismo, o por alguna gracia recibida en esta vida, guardar perfectamente los mandamientos de Dios, sino que a diario los rompe en pensamiento, palabra y obra". Y a esto, concuerdan casi todos los patrones de la Iglesia. Es un sentimiento común de la Iglesia. Ahora, yo preguntaría ¿cómo esto concuerda con lo que Juan dice en el texto y en muchos otros lugares en esa epístola? Déjenme decir que no está hablando aquí de algunos cristianos que han hecho logros raros sino el logro común. Ahora, ¿cuál es correcto? ¿Por cuál serán juzgados en el Juicio? ¿Por la Biblia o los patrones comunes? Ustedes saben muy bien por cuál.

6. Cuando cualquiera, por tanto, vive en la omisión del deber conocido, o la comisión de lo que saben que es contrario a la verdad, estamos obligados a decir que no son cristianos. Esto no es una falta de caridad, sino de un amor a la verdad. Supongan que un infiel se encuentra con ustedes con la Biblia en la mano y señala lo que describe que es un cristiano, y les pregunta: "¿creen la Biblia dice la verdad?" Y entonces señalan a esos cristianos que viven diariamente y a cada hora en la omisión del deber conocido, en una violación de la obligación percibida, y les preguntan si creen que son cristianos, y ¿qué le dirían? ¿A qué se sentirían obligados a decir para mantener el honor de la Biblia? La respuesta es simple. La verdad es, las posturas comunes sobre este tema son una negación rotunda de la Biblia, y son un acomodo ruin de la experiencia de los profesantes carnales.

7. Ahora, amados, si esto es así, nos convierte a nosotros, para preguntarnos, si nuestra experiencia concuerda con la Biblia o el patrón popular. No si pensamos que somos conversos desde hace tiempo, no qué sentimientos podemos tener, sino ¿estamos ahora conformados a la verdad que sabemos? La prueba es la perfección habitual del carácter moral. El que lo tiene es cristiano. El que no lo tiene no es cristiano. Ahora, ¿qué son ustedes? ¿Dónde estarían esta noche si se les llamara a Juicio? ¿Podrían poner su mano en su corazón y decir: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo, sabes que mi vida es una vida de conformidad a tu voluntad conocida?" 

 

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