LA VERDAD DEL EVANGELIO

¿A quién le tuvo que pagar nuestro Señor Jesucristo por nuestros pecados?

Por David Camps

 

Cuando fui estudiante en la universidad, los profesores con frecuencia comentaban que el Dios de la Biblia era un Dios de ira en el Antiguo Testamento y un Dios de amor en el Nuevo Testamento. No sólo eso, entre los hermanos de la Iglesia la creencia es que Dios es un Dios de amor, pero al mismo tiempo un Dios de justicia. Estas representaciones de él dan la impresión de que tenemos Dioses opuestos o diferentes.

El primero es que Dios en el Antiguo Testamento está constantemente buscando venganza, una oportunidad para destruirnos a través de juicio, pero afortunadamente en el Nuevo Testamento él ha cambiado, ya no más está buscando vindicación; está apaciguado por el sacrificio del Salvador en la cruz.

Sin embargo, esta postura no es escritural. En el Antiguo Testamento, tenemos pasajes demostrando que Dios está dolido por la desobediencia de la gente (Génesis 6:6; Jeremías 4:19), y está esperando que ellos se arrepientan para que su juicio no se realice (Génesis 18:23-32; Jeremías 18:8) porque no quiere que perezcamos (Ezequiel 33:11). Por tanto, cuando leemos que la ira del Señor se enciende, la causa está siempre relacionada con los pecados del hombre (Romanos 2:5,8-9).

Es una afirmación equivocada decir, como muchos creen, que Dios es un Dios de amor, pero también es un Dios de justicia, como si el amor y la justicia fueran opuestos, uno bueno y el otro malo. Si entendemos que Dios es amor (1 Juan 4:8), o ágape, que significa amor no egoísta o benevolencia, que promueve el bien supremo del universo, entonces veremos cuando él trae juicio, es por nuestra persistencia al pecado. Esto es, su juicio proviene de su benevolencia porque es por el bien supremo.

Igualmente, se da por sentado que la razón por la prescripción de los sacrificios en el Antiguo Testamento era para apaciguar la ira de Dios y sed de sangre por justicia, como los paganos creían que era así en los sacrificios a sus dioses. Había sacrificios en el Antiguo Testamento para los pecados de la gente (Levítico 17:11; Hebreos 10:1-3). El animal para el sacrificio sufriría porque ese sistema de sacrificial era para hacer impresión en la gente para que se diera cuenta de los horrores y consecuencias del pecado, y pensara dos veces en caso de que quisiera pecar de nuevo. Por tanto, estos sacrificios nunca fueron con la intención de satisfacer a un Dios sediento de sangre.

Este retrato de Dios ha estado en la Iglesia y el mundo secular desde hace mucho. En la teología cristiana, muchos creen que nuestro Salvador pagó por nuestros pecados porque hay pasajes en el Nuevo Testamento que se refieren a eso (Marcos 10:45; Mateo 20:28; 1 Corintios 6:20; 7:23; 1 Timoteo 2:6). Éstos, desgraciadamente, son tomados literalmente cuando deben ser tomados figurativamente.

El uso de lenguaje figurado es parte de nuestra vida diaria. Lo usamos para comunicar una idea donde podría ser difícil para nosotros explicarla de manera distinta o literal. Entonces, recurrimos a expresiones, tales como "hallar una aguja en un pajar" o "andar con rodeos", que pueden causar confusión si las tomamos literalmente. Este uso de lenguaje figurado no es exclusivo de la poesía u otra forma de obra literaria. Cualquiera puede recurrir a él, y los escritores de la Biblia no fueron la excepción.

Si tomamos estos pasajes literalmente, entonces podemos concluir que Cristo pagó por los pecados de todos, automáticamente hizo a todos salvos sin cubrir los requisitos de arrepentimiento y confesión de pecados. No somos responsables de nada. Podemos concluir también que Dios es un Dios vindicativo, que busca la retribución porque transgredimos su ley moral, por lo cual nuestro Salvador dio su vida. De esta manera, él pudo cumplir esa exigencia legal y justa de Dios el Padre.

Los seguidores de la postura de que nuestro Salvador literalmente pagó por nuestros pecados también afirman que la palabra griega theleo, traducida como "consumado" en Juan 19:30, significa "liberar una deuda". En ese pasaje, el Señor Jesucristo dijo antes de morir: "consumado es"; es decir, "está pagado" o "la deuda se pagó". Sin embargo, theleo puede además significar "logrado" o "consumado", como en el versículo 28 de ese mismo capítulo. Recordemos que el lenguaje siempre se usa en contexto; éste de ese pasaje no trata de un pago de una deuda o una transacción de negocio, sino de la Pasión de nuestro Señor quien "derramó su vida hasta la muerte" por nuestra causa (Isaías 53:12).

La Biblia nos enseña que Dios quiere que todos sean salvos (1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9), y para ese propósito el Salvador dio su vida voluntaria y libremente (Juan 10:11-18). Por tanto, él no le pagó a nadie por nuestros pecados, y Dios no está buscando que su ira se apacigüe mediante la muerte expiatoria de su hijo. Al contrario, su plan o deseo es redimir a todo el mundo a través de nuestro Señor Jesucristo (Juan 3:16-17) si reunimos los requisitos de arrepentimiento, restitución y confesión de nuestros pecados.

 

 

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