LA VERDAD DEL EVANGELIO

CONFERENCIAS SOBRE AVIVAMIENTOS DE RELIGIÓN

por el Rdo. CHARLES G. FINNEY

 

CONFERENCIA XIII

CÓMO LAS IGLESIAS PUEDEN AYUDAR A LOS MINISTROS

 

TEXTO.--Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada. --Éxodo 17:11-13.
 

Ustedes que leen sus Biblias recordarán la conexión que estos versículos tienen. El pueblo de Dios al someter a sus enemigos fue a la batalla contra los amalecitas, y esos incidentes tomaron lugar. Es difícil concebir por qué la importancia debe adherirse a la circunstancia de Moisés que alzaba sus manos, a menos que la expresión se entienda para denotar la actitud de oración. Y entonces su alzamiento de manos, y su éxito al hacerlo, nos enseñará la importancia de la oración a Dios por su ayuda en todos nuestros conflictos con los enemigos de Dios. La cooperación y apoyo de Aarón y Hur ha sido generalmente entendida para representar el deber de las iglesias para apoyar y ayudar a los ministros en su obra, y la importancia de esta cooperación para el éxito de evangelio predicado. Haré uso de ello en esta ocasión. Como he hablado del deber de los ministros en la labor para los avivamientos, ahora consideraré:

LA IMPORTANCIA DE LA COOPERACIÓN DE LA IGLESIA PARA PRODUCIR Y REALIZAR UN AVIVAMIENTO

Hay un número de cosas cuya importancia en promover un avivamiento no ha sido debidamente considerado por las iglesias y los ministros, que si no se atiende será imposible que los avivamientos se extiendan, o incluso que continúen por un tiempo considerable. En mis dos últimas conferencias, me he enfocado en los deberes de los ministros sin entrar más o menos extensivamente en ese departamento de medios. No lo he hecho con esa parte del tema, pero es importante aquí hacerlo a un lado y discutir algunos puntos en los que la iglesia estará para ayudar a su ministro, si espera disfrutar un avivamiento. Al discutir el tema, propongo:

I. Mencionar varias cosas que los cristianos tienen que evitar, si apoyan a los ministros.

II. Algunas cosas que se tienen que atender.

I. Voy a mencionar algunas cosas que se tienen que evitar.

1. Por todos los medios mantengan clara la idea, tanto en teoría como en práctica, que un ministro está para promover avivamientos solo. Muchas personas están inclinadas a tomar una actitud pasiva en este tema y sienten como si no tuvieran nada que ver. Han empleado a un ministro y le pagan, para alimentarlos con instrucción y comodidad, y ahora no tienen nada que hacer más que sentarse y pasarse la comida que les da. Van a pagarle su sueldo, y asistir a su predicación, y creen que les está yendo muy bien. Y él de su parte espera predicar doctrina buena, sensata y cómoda, para sostener, y hacerles sentirse cómodos, y así esperan irse al cielo. Les digo, SE IRÁN AL INFIERNO, si ésa es su religión. Eso no es el camino al cielo.

Tenga la seguridad que donde ese espíritu prevalezca en la iglesia, sin importar qué tan bueno pueda ser el ministro, la iglesia ha tomado un curso para prevenir un avivamiento. Si es siempre tan fiel, tan comprometido, talentoso y elocuente, se puede quizá desgastar y quizá hasta destruir su vida, pero habrá poco o nada de avivamiento.

Donde no hay iglesia, o muy pocos miembros en ella, un avivamiento puede ser promovido sin ningún esfuerzo organizado por la iglesia, porque no está ahí, y en tal caso, Dios acomoda su gracia a las circunstancias, como hizo cuando los apóstoles salieron, solos, para plantar el evangelio en el mundo. He visto instancias de avivamientos poderosos donde así ha sido el caso. Pero donde hay medios, Dios los usará. Preferiría no tener ninguna iglesia en algún lugar, que intentar promover un avivamiento en un lugar donde hay una iglesia que no trabaje. Su pueblo le pedirá a Dios que los dote de bendiciones. La influencia contrarrestante de una iglesia que no trabaja es peor que la infidelidad. No hay posibilidad de ocupar terreno neutral, en cuanto a un avivamiento, aunque algunos profesantes imaginen que son neutrales. Si un profesante no se dispone a trabajar, se opone a la obra. Que intente tomar una posición neutral, y diga que va a esperar y ver cómo resulta--pues, es eso precisamente lo que el diablo quiere que él haga. Los profesantes pueden de ese modo hacer su obra mucho más eficazmente que la oposición abierta. Si toman una posición abierta, todo mundo dirá que no tiene religión, y así hará la obra del diablo más eficazmente.

Al emplear a un ministro, una iglesia debe recordar que sólo han empleado a un dirigente que los guíe a la acción en la causa de Cristo. La gente pensará que sería extraño si alguien propone apoyar a un general y luego lo deja ir y pelea solo. La iglesia concibe equivocadamente el diseño del ministerio si dejan a su ministro trabajar solo. No es suficiente que deban oír sermones. Eso sólo es la palabra de mandamiento, que la iglesia está obligada a seguir.

2. No se quejen de su ministro porque no hay avivamiento si no están cumpliendo con su deber. Es inútil quejarse porque no hay avivamiento si no están cumpliendo con su deber. Eso por sí solo es razón suficiente que no haya avivamiento. Es muy cruel y abominable que una iglesia se queje de su ministro cuando ellos mismos están dormidos. Es muy común para los profesantes de religión que se atribuyan el mérito ellos mismos, y callen sus conciencias por quejarse de sus ministros. Y cuando la importancia de los ministros que están despiertos es dicha, esta clase de personas están listas para decir: "Nunca tendremos un avivamiento con un ministro así" cuando el hecho es que su ministro está mucho más despierto que ellos.

Otra cosa es cierta en cuanto a este punto, que vale la pena notar. Cuando la iglesia está hundida en un estado bajo, los profesantes de religión están muy aptos para quejarse de la iglesia, y del estado bajo de religión entre ellos. Se quejan mucho de ese ser irresponsable e intangible, la "iglesia" por estar dormida. Sus quejas del estado bajo de la religión, y de la frialdad de la iglesia o del ministro, son derramados tristemente, sin parecer darse cuenta que la iglesia está compuesta de individuos, y que hasta que cada uno tome su caso entre sus manos, se queje de sí misma, se humille ante Dios, se arrepienta, y despierte, la iglesia nunca tendrá eficacia, y nunca podrá haber un avivamiento. Si en vez de quejarse de su ministro, o de la iglesia, se despertaran como individuos, y no se quejaran de él o ellos hasta que ustedes puedan decir que son puros de la sangre de todos los hombres, y que están cumpliendo con su deber para salvar pecadores, él estará listo para sentir la justicia de sus quejas, y si no, Dios lo hará, ya sea que lo despierte o lo remueva.

3. No dejen que su ministro se desgaste al intentar realizar la obra él solo mientras ustedes rehúsan ayudarle. A veces sucede que un ministro encuentra el arca del Señor que no se moverá a menos que despliegue él toda su fortaleza, y haya estado tan deseoso por un avivamiento que ha hecho eso y ha fallecido. Y estaba dispuesto a morir por ello. Podría mencionar algunos casos en este estado, donde los ministros han fallecido, y sin duda como consecuencia de sus trabajos para promover un avivamiento donde la iglesia se ha rezagado de la obra.

Mencionaré un caso. Hace unos años un ministro estaba trabajando donde había un avivamiento; un anciano de una iglesia algo lejos lo visitó y quería que él fuera a predicar allá. No había avivamiento ahí, y nunca lo había habido, y el anciano se quejó de su estado, decía que ellos habían tenido dos ministros excelentes, uno se había desgatado completamente y fallecido, y el otro se había agotado, y desanimado, y los dejó. Era una iglesia pobre y débil, sus prospectos en mucha oscuridad a menos que hubiera un avivamiento; le suplicó a ese ministro que fuera y les ayudara. Se veía muy triste, y el ministro oyó su queja, y por fin le contestó preguntando: "¿Por qué no tuvieron ningún avivamiento?" "No sé", respondió el anciano. "Nuestro ministro trabajó mucho, pero la iglesia no despertó y por alguna razón no hubo avivamiento". Dijo el ministro, "pues bien, veo lo que quieren ustedes; han matado a un ministro de Dios, agotado a otro que tuvo que dejarlos, y ahora el diablo lo ha enviado aquí por mí para que yo meza la cuna por ustedes. Tuvieron un buen ministro que les predicaba, pero se durmieron, y se esforzó hasta que falleció en la obra. Entonces el Señor les dejó tener otro, y todavía se acostaron y durmieron, y no se despertaron para cumplir con su deber. Y ahora viene usted en desesperación y quieren otro ministro, ¿verdad? Ni lo mande Dios que tengan ustedes otro ministro mientras hagan lo que han hecho. Ni lo mande Dios que tengan otro ministro hasta que la iglesia despierte". Le afectó al anciano, pues era un buen hombre. Se le salieron las lágrimas y dijo que no era más de lo que merecían. Dijo el ministro, "¿será fiel e irá a casa y le dirá a la iglesia lo que dije? Si lo hace, y ellos son fieles y despiertan para cumplir con su deber, tendrán un ministro. Se lo garantizo". El anciano dijo que lo haría y cumplió su palabra. Se fue a casa y le dijo a la iglesia que fue muy cruel de su parte pedir otro ministro que viniera a menos que despertaran. Lo sintieron, confesaron sus pecados y despertaron para cumplir su deber, y un ministro fue enviado a ellos y siguió un avivamiento poderoso y precioso.

Las iglesias no se dan cuenta de cuán a menudo su frialdad y rezago pueden ser absolutamente la causa de fallecimiento de ministros. El estado de la gente, y de los pecadores, descansa en su mente, se esfuerzan en el alma día y noche, trabajan dentro y fuera de temporada, más allá del poder de la constitución humana, hasta que se agotan y mueren. La iglesia no sabe la agonía del corazón del ministro cuando se esfuerza por las almas y trabaja para despertar a la iglesia para ayudar, y todavía los ve en la soñolencia de muerte. Quizá a veces se levanten con un esfuerzo espasmódico por unos días, y luego todo se enfría de nuevo. Y muchísimos ministros fieles se acaban y fallecen, y entonces estos profesantes insensibles son los primeros en culparlo por hacer demasiado.

Recuerdo un caso de un buen ministro, que fue a un lugar donde había un avivamiento, y mientras estaba ahí oyó un sermón directo a los ministros. Lo recibió como un hombre de Dios; no se rebeló contra la verdad de Dios, sino prometió solemnemente que no descansaría hasta que viera un avivamiento entre su gente. Volvió a casa y se puso a trabajar; la iglesia no despertaba, excepto unos cuantos miembros, y el Señor los bendijo, y derramó su Espíritu, pero el ministró cayó en cama y murió en medio del avivamiento.

4. Tengan cuidado de no quejarse de la predicación directa y sencilla, incluso cuando las reprensiones de ésta sean para ustedes. Las iglesias están listas para olvidar que un ministro es responsable sólo ante Dios. Quieren hacer reglas por las que un ministro predique para que no sea para ellos. Si él cierne sobre la iglesia, ellos lo llaman personal, y se rebelan contra la verdad. O dicen que no debe predicar tan explícitamente a la iglesia ante el mundo; expone la religión, dicen, que debe apartarlos y predicar a la iglesia sola, y no decirle a los pecadores lo malo que son los cristianos. Pero hay casos donde un ministro no puede hacer menos que mostrar a la casa de Jacob sus pecados. Si preguntan, ¿por qué hacerlo cuando estamos nada más nosotros? Respondo, así como si los pecadores no supieran que hicieron mal. Les predicaré de ustedes, sobre sus pecados, cuando se juntan para pecar. Pero vive el Señor que si pecan ante el mundo, serán reprendidos ante el mundo. ¿Acaso no es un hecho que los pecadores saben cómo viven y que se tropiezan al infierno? Entonces no culpen a los ministros cuando ven que es su deber es reprender a la iglesia abiertamente ante el mundo. Si son tan orgullosos que no pueden soportar eso, no esperen un avivamiento. No llamen a la predicación demasiado directa porque expone las faltas de la iglesia. No hay tal cosa acerca de una predicación muy directa.

5. A veces los profesantes se alarman, no sea que el ministro ofenda a los impíos por la predicación directa. Y empezarán a tomar precauciones contra él, y le pedirán que si no hubiera sido mejor que hubiera alterado un poco para evitar ofender, y cosas así. Ese temor se ha exaltado especialmente si alguien de los miembros más pudientes e influyentes de la congregación se ofende, no sea que retire su apoyo de la iglesia, y ya no más dé su dinero para ayudar a pagar el sueldo del ministro, y de esa manera la carga será más pesada para la iglesia. Nunca podrán tener un avivamiento en una iglesia así. Pues la iglesia debe orar, sobre todas las cosas, para que la verdad pueda llegar sobre los impíos como fuego. ¿Qué si se ofenden? Cristo puede estar muy bien sin su dinero. No culpen a su ministro, ni le pidan que cambie el modo de su predicación para agradar y conciliar al impío. Es inútil que un ministro predique al impenitente, a menos que predique la verdad a ellos. Y no hará ningún bien pagar por el sostenimiento del evangelio, a menos que se predique de una forma tal que ellos puedan ser buscados y salvados.

A veces los miembros de la iglesia hablarán entre ellos sobre la imprudencia del ministro, y crearán un bando, y se meterán en un espíritu equivocado, porque los perversos no están contentos. Había un lugar donde había un avivamiento poderoso, y gran oposición. La iglesia se alarmó por temor a que si el ministro no era menos directo y explícito, algunos de los impenitentes se irían a otra congregación. Y uno de los dirigentes en la iglesia fue asignado a ir con el ministro y pedirle que no predicara tan duro, que tales y tales personas se irían de la iglesia. El ministro preguntó: "¿Acaso no es verdad la predicación?" "Sí". ¿Acaso no la bendice Dios?" "Sí". "¿Vieron lo mismo en esta obra antes en este lugar?" "No, nunca". "Quítate delante de mí, Satanás, el diablo te ha enviado aquí para dar este recado; ves que Dios está bendiciendo la predicación, la obra está realizándose, y los pecadores se están convirtiendo día todos los días, y ahora vienes para que baje el tono a la predicación, para apaciguar las mentes de los impíos". El hombre se sintió reprendido, y lo tomó como un cristiano; vio su error y se sometió, y nunca más se oyó de hallar alguna falla en la forma de la predicación.

En otro pueblo, donde había un avivamiento, una mujer que tenía algo de influencia (no piadosa), se quejó mucho sobre la predicación sencilla, directa y personal, como le llamaba. Pero poco a poco ella misma se volvió un sujeto de la obra. Después de eso, algunos de sus amigos impenitentes le recordaban lo que decía en contra del predicador por "predicar tan calurosamente". Ahora decía que su opinión cambió y no le importaba cuán calurosamente la verdad se predicaba si era incandescente.

6. No tomen parte con el perverso en nada. Si lo hacen, fortalecerán sus manos. Si el perverso acusa al ministro de ser imprudente, o de ser personal, y si los miembros, sin admitir que el ministro lo hace, sólo admiten que la predicación personal está mal, y hablan sobre la impropiedad de ésta, los perversos sentirán que están de su lado contra el ministro. Adoptan sus principios, usan su lenguaje, y se entiende que simpatizan con ellos. ¿Qué es predicación personal? Ningún individuo nunca se beneficia por predicar a menos que esté hecho para sentir que lo siente. Ahora tal predicación siempre es personal. Seguido parece tan personal, para los perversos, que sienten como si fueran a ser llamados por nombre ante la congregación. Una vez un ministro estaba predicando a la congregación, y cuando describía ciertos caracteres, dijo "si fuera omnisciente, podría llamar por nombres a las personas que responden a esa descripción". Un nombre gritó: "¡nómbrame!" y se vio como si fuera a tragarlo la tierra. Luego dijo que no tenía idea al decirlo, pero el ministro lo describió tan perfectamente, que realmente pensó que lo iba a llamar por su nombre. El ministro no sabía que había un hombre así en el mundo. Es común que hombres piensen que su propia conducta es descrita y se quejan, "¿quién le ha estado diciendo de mí? Alguien ha estado hablándole a él de mí, y haciendo que me predique". Supongo que he escuchado como quinientos o mil casos así. Ahora si los miembros de la iglesia admitieran que está mal que un ministro se refiera a alguien en su predicación, ¿qué bien puede hacer si no están dispuestos a que su ministro se refiera a alguien o le predique a cualquiera, mejor que lo despidan? ¿A quién debe predicar si no a las personas?, ¿los individuos frente a él? ¿Y cómo puede predicarles a ellos cuando no se lo propone?

7. Si van a estar con su ministro en la promoción de un avivamiento, no contradigan su predicación. Si predica que los pecadores se van a ir al infierno, no mientan al respecto, y sonrían, por su ligereza y despreocupación. He oído a pecadores hablar del efecto producido en sus mentes, por la ligereza en los cristianos, luego de un discurso serio y penetrante. Se sienten serios y tiernos, y se empiezan a alarmar por su condición, y ven a estos profesantes, en vez de llorar por ellos, están ligeros y despreocupados, diciendo: "no tengan miedo, pecadores, no es tan malo, después de todo; mantengan la calma y les irá bien; ¿creen que reiremos y vacilaremos si se fueran al infierno tan rápido? No debemos reírnos si sólo su casa estuviera en llamas, menos aún si la viéramos arder por dentro". ¿De qué utilidad es que un ministro predique a los pecadores en un estado así de las cosas?

8. No le quiten innecesariamente el tiempo a su ministro. Los ministros a menudo pierden mucho tiempo con los individuos que los visitan para platicar, cuando no tienen nada de importante de qué hablar y ningún propósito en particular. Al ministro desde luego le da gusto ver a sus amigos, y está con frecuencia con mucha disposición para pasar un rato platicando con su gente, como los ama y los estima. Los profesantes de religión deben recordar que el tiempo de un ministro vale más que el oro, pues puede ser utilizado en aquello que el oro no puede comprar. Si el ministro es alejado de la oración, su Biblia, o estudio, para que ellos se den el gusto de platicar con él, hacen mucho daño. Cuando tienen una buena razón para eso, nunca deben retractarse de visitarlo e incluso tomen el tiempo que sea necesario. Pero si no tienen nada en particular e importante qué decir, manténgase lejos. Supe de un hombre en una de nuestras ciudades, sin trabajo, que le quitaba el tiempo al ministro por varios meses. Llegaba a su estudio, se sentaba por tres horas cada vez y hablaba, porque no tenía nada que hacer, hasta que finalmente el ministro lo reprendió claramente diciéndole cuánto pecado estaba cometiendo.

9. Asegúrense de no sancionar nada que sea calculado para desviar la atención del tema de religión. Con frecuencia cuando llega el momento del año para trabajar, cuando las noches son largas, el negocio es lento, y es el momento para hacer un esfuerzo extra, en ese momento, alguien de la iglesia hace una fiesta e invita a algunos amigos cristianos para tener una fiesta religiosa. Y entonces otras familias hacen lo mismo para regresar la invitación. Luego otra y otra hasta que crece como un sistema de fiestas que consume todo el invierno. ¡Abominable! Esto es una gran estratagema del diablo porque parece tan inocente y tan propio para promover un buen sentimiento y aumentar las relaciones entre los cristianos. Y entonces, en vez de reuniones de oración, tendrán fiestas.

Los males de estas fiestas son muy grandes. Con frecuencia se organizan a un gran costo y se practica la más abominable glotonería en ellas. Se dice que el gasto es de cien a doscientos dólares. Se me ha dicho que algunas instancias, los cristianos profesantes han hecho grandes fiestas y grandes entretenimientos, y han excusado su prodigalidad impía en el uso del dinero de Jesucristo, al dar lo que queda, después de que el festín terminó, a los pobres. De ese modo hacen que sea una virtud el festejar y desenfrenarse, incluso hasta hartarse, en la generosidad de la providencia de Dios, bajo la pretensión de beneficiar a los pobres. Éste es el mismo ejemplo, con un baile espléndido que fue se hizo hace unos años, en una ciudad vecina. El baile fue organizado para beneficio de los pobres y cada caballero pagó cierta cantidad, y luego del baile, lo que quedaba de los fondos levantados así, se iban a dar a los pobres las migajas que habían caído debajo de la mesa. De verdad que ésta es una caridad extraña, comer, beber, bailar, y cuando se han desenfrenado y festejado hasta ya no poder disfrutar, le dan a los pobres las migajas que han caído de la mesa. No veo por qué ese baile es tan piadoso como las tertulias cristianas. El mal de los bailes no consiste simplemente en el ejercicio del baile, sino en la disipación, los excesos, y tentaciones conectados con ellas.

Pero se dice que son fiestas cristianas, y que todos, o casi todos, son profesantes de religión quienes asisten. Y más aún, que terminan, con frecuencia, con oración. Ahora considero esto como uno de sus peores distintivos, que luego de desperdiciar tiempo y dinero, exceso en comer y beber, la conversación vana, y demás tonterías, con lo que se llena cada temporada, deba hacerse un intento de santificarla, endosarla a Dios, al concluirla con oración. Digan lo que quieran, no sería más absurdo e incongruente, o profano, cerrar un baile, o una obra de teatro, o tertulia, con oración.

¡Ha llegado a eso que los practicantes de religión, que profesan el deseo de la salvación del mundo, cuando tales llamados son hechos para ellos, desde los cuatro vientos del cielo, para enviar el evangelio, preparar las Biblias, los folletos y misioneros, para salvar al mundo de la muerte, deban gastarse miles de dólares en una noche, y luego ir al concierto mensual y orar por los impíos!

En algunas instancias, se me ha dicho, encuentran un bálsamo para sus conciencias, en el hecho de que el ministro asiste a esas fiestas. Esto, desde luego, da peso a tal ejemplo, y un profesante de religión hace una fiesta e invita a su ministro, otros hacen lo mismo. El siguiente paso que dan puede ser que cada uno haga un baile, y ¡asigne al ministro como el director! ¿Por qué no? Y quizá, de vez en vez, les hará el favor de tocar el violín. En mi opinión, de una vez que lo haga, como que asista y concluya una fiesta así con oración.

He oído con dolor que un círculo de fiestas, no sé hasta qué tanto, se ha hecho en ROCHESTER--ese lugar tan altamente favorecido del Señor. No sé a través de cuyas influencias han sido organizadas, o por cuáles personas en particular han sido patrocinadas y asistidas. Pero debo aconsejar a cualquier congregación que está pensando en tener círculos de fiestas, para mientras tanto mandar a su ministro que vaya y predique donde la gente esté lista para recibir la palabra y sacar provecho de eso, y no hacer que se quede y esté afligido, angustiado, y sea muerto, por intentar promover la religión entre ellos, mientras ellos están completamente ocupados en el servicio del diablo.

Los profesantes de religión nunca deben hacer nada que pueda desviar la atención pública de la religión, sin primero haber consultado a su ministro, y hacerlo un asunto de oración especial. Y si encuentran que tendrá ese efecto, nunca deben hacerlo. Asuntos con frecuencia vendrán ante el público que tienen esa tendencia; algún curso de conferencias, o espectáculo, o similares. Los profesantes deben ser sabios, y entender de qué se trata, y no dar consentimiento a tal cosa, hasta que vean qué influencia tendrá, y si obstaculizará un avivamiento. Si lo hacen, que no haya nada que tenga que ver con eso. Cada cosa debe ser estimada por su esfuerzo en el reino de Cristo.

En relación a las fiestas, digan lo que gusten sobre que son una recreación inocente. Apelo a cualquiera de ustedes que hayan asistido a ellas para que digan ¿si son aptas para la oración, o aumentan su espiritualidad, o si los pecadores son convertidos en ellas, o los cristianos son hechos para agonizar en la oración por las almas?

II. Voy a mencionar varias cosas que las iglesias tienen que HACER si van a promover un avivamiento y ayudar a su ministro.

1. Deben suplir sus necesidades terrenales. Un ministro, que se da a sí mismo enteramente a la obra, no puede tener trabajo del mundo, y desde luego está enteramente dependiente de su gente para suplir sus carencias terrenales, incluyendo el sostenimiento de su familia. No necesito discutir este punto aquí, pues todos ustedes entienden eso perfectamente.

Es un mandamiento de Dios que "los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio". Pero vean a su alrededor cuántas iglesias hacen eso. Por ejemplo, cuando les falta un ministro, andan buscando y viendo qué tan barato pueden conseguir uno. Calculan cuántos centavos costará su sal, cuánto su comida, y entonces fijan su salario tan bajo como para sujetarlo a la incomodidad extrema para salir del paso y mantener a su familia. Un ministro debe tener su mente tranquila, estudiar y laborar con efecto, y no puede estar viendo los precios, regateando y estando al pendiente de las mejores oportunidades para comprar algo para su provecho para lo que necesita. Si está obligado a hacer eso, su mente está avergonzada. A menos que sus carencias terrenales sean suplidas, que sus pensamientos sean abstraídos de ellas, ¿cómo puede cumplir con su deber?

2. Sean honestos con su ministro.

No midan ni calculen con cuánta sal y medidas de grano pueda él arreglárselas. Recuérdese, están tratando con Cristo. Y les llama a poner a los ministros en una situación que con prudencia normal la vergüenza terrenal es inaceptable.

3. Sean puntuales con él.

A veces las iglesias, cuando están por contratar a un ministro, tienen mucho orgullo acerca de darle un salario, y hacen una suscripción y fijan el sueldo que nunca pagarán, y muy posiblemente nunca esperarán pagar. Y así, luego de uno, dos, tres, o cuatro años, la sociedad se atrasa tres o cuatrocientos dólares de deuda con su ministro, y entonces esperan que él se los dé. Y en todo esto se preguntan ¡por qué no hay avivamiento! Ésta puede ser la razón por la que iglesia ha MENTIDO; han prometido fielmente pagar tanto y no lo han hecho. Dios no puede consistentemente derramar su Espíritu sobre esa iglesia.

4. Páguenle su sueldo sin preguntar.

Nada es más vergonzoso, con frecuencia, para un ministro que esté forzado a pedir a su gente que le paguen. Con frecuencia tiene enemigos, y los ofende, al verse obligado a pedir y pedir su dinero, y entonces no lo recibe como le prometieron. Pagarían ellos su préstamo si estuviera en riesgo, pero cuando no es nada más que conciencia y bendición de Dios, lo dejan como está. Si alguien tuviera un aviso del banco, lo verán cauteloso y presto para estar antes de las tres de la tarde. Esto es porque el pagaré será reclamado, y perderán ellos su reputación. Pero saben que el ministro no los demandará por su sueldo, y son negligentes y dejan que pase, y él debe sufrir la inconveniencia. Esto no es tan común en la ciudad como lo es en el campo. Pero ahí, he sabido de casos desconsoladores de angustia y miseria, por la negligencia y crueldad de las congregaciones en RETENER aquello que es obligación. Las iglesias viven una mentira y estafa, y luego se preguntan por qué no hay ningún avivamiento. ¿Cómo es que se preguntan?

5. Oren por su ministro.

Quiero decir algo así. ¿Qué suponen que quiero decir? Incluso los apóstoles les urgían a las iglesias que oraran por ellos. Esto es más importante de lo que se imaginan. Los ministros no piden a la gente que oren por ellos simplemente como hombres, ni que sean llenos de la abundancia de las influencias del Espíritu, meramente para promocionar su disfrute personal, sino que saben que a menos que la iglesia grandemente desee una bendición sobre las labores de un ministro, es tentar a Dios esperarla. Cuan seguido pasa al púlpito un ministro, sintiendo que su corazón está listo quebrantarse por la bendición de Dios, mientras que también siente que no hay lugar para esperarla, porque ¡no hay razón para creer que la iglesia la desea! Quizá ha estado dos horas de rodillas en súplica, y sin embargo, porque la iglesia no desea una bendición, siente como si sus palabras rebotaran en su cara.

He visto a cristianos estar en agonía cuando su ministro pasa al púlpito por temor a que su mente estuviera en una nube, o su corazón frío, o que no tuviera unción, y entonces que la bendición no llegue. He trabajado con un hombre así. Oraba hasta que tuviera la certeza en su mente que Dios estaría conmigo en la predicación, y a veces oraba enfermo. He sabido el momento, cuando estaba en oscuridad por un tiempo, mientras la gente se estaba reuniendo, y su mente se llenaba de ansiedad, y se iba una y otra vez a orar, hasta que finalmente llegaba a la habitación con un rostro plácido y decía, "el Señor ha llegado, y estará con nosotros. No sé si alguna vez se hubiera equivocado.

Sé de una iglesia que lleva en sus brazos a su ministro en oración día con día, y vigila con ansiedad inexpresable, ¡para ver que tenga el Espíritu Santo con él en sus labores! Cuando sienten y oran así, ¡oh, qué sentimientos y qué miradas se manifiestan en la congregación! Han sentido la ansiedad inexpresable para que la palabra venga con poder, y surta efecto, y cuando su oración es contestada, y oyen una palabra u oración que llega "CÁLIDA" desde corazón, y surte efecto en la gente, pueden ver a todas sus almas que están atentas. Cuán distinto es el caso, donde la iglesia siente que el ministro está orando, y entonces ¡no hay necesidad de orar! Están equivocados. La iglesia debe desear y orar por la bendición. Dios dice que será solicitado por la casa de Israel. Ojalá sientan que no puede haber sustituto de eso.

He visto casos en avivamientos, donde la iglesia fue detenida en la parte de atrás en cuanto a la oración, y las personas de fuera fueron llamadas para orar en todas las reuniones. Esto es triste, incluso si debe haber un avivamiento, pues el avivamiento debe ser menos poderoso y menos beneficioso en sus influencias en la iglesia. No sé pero a veces he ofendido a cristianos y ministros de fuera, por seguir llamando a los miembros de la iglesia de ese lugar para orar, y no a aquellos de fuera. No fue por faltarles el respeto a ellos, sino porque el objetivo era hacer que la iglesia que estaba preocupada, deseara, orara, y agonizara por una bendición.

En un cierto lugar, una reunión alargad se realizó, sin buenos resultados, se produjo gran mal. Fui llevado a averiguar la razón. Y resultó que en todas sus reuniones, ni un miembro de su propia iglesia fue llamado a orar, sino que todas las oraciones fueron hechas por personas de fuera. Con razón ningún bien se hizo. La iglesia no estaba interesada. El dirigente de la reunión tenía buena intención, pero emprendió el avivamiento sin hacer que la iglesia ahí trabajara. Dejó que la iglesia floja se echara y no hiciera nada, y pues no pudo hacer ningún bien.

Las iglesias deben orar por los ministros como agentes de quebrantar a los pecadores con la palabra de verdad. La oración por un ministro se ha hace a menudo en forma formal y rígida, y se confina a las reuniones de oración. Se harán oraciones en la forma antigua, como siempre lo han hecho: "Señor, bendice a tu siervo que ministra, quien lo has puesto en esta parte de los muros de Sion", y demás, que equivale a nada porque no hay corazón en ellas. La prueba con frecuencia es que nunca pensaron orar por él en secreto, nunca han agonizado en sus lugares de oración por una bendición en sus labores. Pueden no omitirlo completamente en sus oraciones. Si hacen eso, es evidente que les importa muy poco las labores de su ministro. Pero ése no es el lugar más importante. La manera de presentar oración eficaz por su ministro es llevándola donde oran, y cuando estén en secreto, luchen con Dios para que atienda las labores de su ministro.

Supe de un caso de un ministro enfermo, que se deprimió y su mente se hundió, estaba en tinieblas, y no sentía que pudiera predicar más. Un individuo de la iglesia fue despertado para sentir la situación del ministro para orar que pudiera tener el Espíritu Santo para atender su predicación. Una mañana del Día del Señor, la mente de la persona fue muy inquietada y empezó a orar tan pronto amaneció, y oraba una y otra vez por la bendición del día. Y el Señor de alguna forma dirigió al ministro como la oración de esta persona hizo. La persona le decía al Señor lo que pensaba de la situación y el estado mental del ministro, y suplicaba, como si no se le fuera a negar, por una bendición. El ministro pasó al púlpito y predicó, la luz cayó sobre él, y la palabra fue con poder, y un avivamiento empezó ese día.

6. La iglesia debe suplirle al ministro y garantizar su sostenimiento, independientemente de los impíos. De otra forma puede ser forzado a su familia padezca hambre, o detener una parte de la verdad para no ofender a pecadores. Una vez reprendí a un ministro que encontré que tenía miedo de salir con la verdad. Le dije que me sorprendía que no atacará ciertos puntos. Me dijo que debía agradar a ciertos hombres, que podrían ser tocados ahí. Eran los impíos que lo sostenían, y eso lo hizo muy dependiente de ellos para comer, se daban la vuelta y se aprovechaban de él por la falta de fe de ellos y de temor a los hombres. La iglesia debe siempre decirle a su ministro, "Te apoyaremos, ponte a trabajar, que la verdad se derrame en la gente, y estaremos contigo".

7. Véase que todo esté ordenado, que la gente se pueda sentar cómodamente en la reunión. Si la gente no se sienta con facilidad, es difícil obtener o mantener su atención. Y si no están atentos, no pueden convertirse. Tienen que venir a oír de sus vidas, y deben estar tan en su lugar para que puedan oír con todas sus almas, y no tengan nada en su posición corporal para llamar la atención. La iglesias no se dan cuenta cuán importante es que el lugar de reunión deba ser cómodo. No quiero decir vistoso. Toda su ostentación y gloria de ricos candelabros, alfombras, y púlpitos espléndidos, es el extremo opuesto, y quita la atención igualmente, y derrota cada objetivo por el que el pecador deba ir a la reunión. Ahí no necesitan esperar un avivamiento.

8. Vean que la casa de Dios se mantenga limpia. La casa de Dios debe siempre mantenerse limpia como lo harían con su propia casa. Las iglesias con frecuencia se mantienen excesivamente descuidadas. Las he visto, donde la gente usa mucho tabaco, y les importa poco el aseo, que es imposible predicar con comodidad. Una vez en una reunión prolongada, aquello fue cobrado a la iglesia, y tuvieron que reconocerlo, que pagaban más por tabaco que por la causa de las misiones. No podían arrodillarse en las bancas, y las señoras no podían sentarse sin estar todo el tiempo cuidando su ropa, y dónde pisaban, porque la casa estaba muy sucia, y había mucho jugo de tabaco escurriendo por el piso. Si la gente no puede ir donde pueda oír sin ser molestada con vistas y olores ofensivos, y donde se pueda arrodillar en oración, ¿qué bien hará una reunión prolongada? Hay importancia en estas cosas, que no se realizan. ¡Véase a ese hombre! ¿Qué está haciendo? Le estoy predicando a él de la vida eterna, y está pensando acerca de la banca sucia, Y esa mujer está pidiendo un banquillo para tener sus pies lejos del jugo de tabaco. ¡Qué vergüenza!

9. Es importante que la casa deba ser lo bastante caliente, pero no demasiado. Supongan que un ministro llega a la casa, y la encuentra fría; tan pronto y entra, mejor que se quede en su casa; la gente está temblando, están sus pies fríos, sienten frío, están inquietos, y desea él estar en casa pues sabe que no puede hacer nada, pero debe predicar si no ellos se decepcionarán.

O puede hacer mucho calor en la casa, y la gente, en vez de escuchar la verdad, está abanicándose, jadeando, y de vez en cuando una mujer se desmaya, y se provoca una agitación, y la sucesión de ideas y sentimientos se pierden, y se desperdicia todo un sermón para ningún buen fin. Estas pequeñeces quitan la atención de la gente de las palabras de vida eterna. Y con frecuencia así es, que si sueltan un eslabón, se pierde todo, y la gente es condenada sólo por una iglesia descuidada que no ve la regulación apropiada para estos asuntos pequeños.

10. La casa debe estar ventilada. De todas las casas, una iglesia debe estar perfectamente ventilada. Si no hay cambio de aire, pasará por tantos pulmones que se volverá malo, y vitalmente se agotará, y la gente jadeará, no sabrán por qué, y no podrán evitar sentir el deseo de dormir, y el ministro predicará en vano. El sermón se pierde, y peor que perderse. Con frecuencia me he pensado que este asunto es de muy poca consideración. Los ancianos y consejeros se sientan y escuchan todo el sermón, mientras la gente está en todo menos lista para morir por falta de aire, y el ministro está desperdiciando su fuerza en la predicación donde el lugar es como un recibidor agotado, y ahí están sentados y nunca piensan en hacer algo para ayudar en este asunto. Deben ver que esto sea regulado, que la casa esté bastante caliente, y el aire se mantenga puro. Cuán importante es que la iglesia deba darse cuenta de este asunto, que el ministro pueda trabajar para sacar ventaja, y la gente ponga su atención sin distraerse de la verdad, que va a salvar almas.

Es muy común, cuando las cosas están mal, responsabilizar al que ayuda. Esto no es así. Con frecuencia no se debe culpar la persona que ayuda. Si la casa está fría e incómoda, muy seguido es porque el combustible no es bueno, o los calentadores no son los apropiados, o la casa está tan abierta que no puede calentarse. Si está muy caliente, quizá alguien se ha entremetido, y puesto mucho combustible sin discreción. O, si el que ayuda tiene la culpa, quizá sea porque la iglesia no le paga lo suficiente por sus servicios, y no puede poner la atención necesaria para mantener la iglesia en orden. Con frecuencia las iglesias le pagan muy poco al que ayuda por tanto se ve obligado a aligerar su trabajo. O seleccionarán a alguien incompetente porque les resulta barato, y entonces no se hacen las cosas. La falta está en la iglesia. Que se le dé una compensación adecuada por el trabajo, y podrá hacerse fielmente. Si la persona que ayuda no hace bien las cosas, otra lo hará, y la iglesia estará obligada a ver que se haga bien, o que se despida al ministro, no se lo retengan, y al mismo tiempo se tienen otras cosas en un estado tan desordenado que todo su trabajo se pierde. ¡Qué economía! Pagar el sueldo de un ministro, y luego por falta de cincuenta dólares añadidos a la paga del que ayuda, ¡todo se sale tanto de orden que los trabajos del ministro se pierden, las almas se pierden y los hijos y vecinos de ustedes se van al infierno!

A veces la suciedad, descuido y confusión son imputadas al ministro. Quizá use tabaco, y ponga el ejemplo de ensuciar la casa del Dios. Quizá el púlpito sea el lugar más sucio en la casa. A veces he estado en púlpitos repugnantes para ser ocupados por seres humanos. Si un ministro no tiene piedad y decencia, con razón las cosas están con cabos sueltos en la congragación. Y generalmente es aún más.

11. La gente debe dejar sus perros y niños pequeños en casa. Seguido he sabido que surgen peleas entre perros, y los niños lloran, en los servicios, que eficazmente destruyen el efecto de la reunión. Si los niños están presentes y lloran, deben llevárselos en ese momento. A veces he sabido de una madre o nana sentadas meneando al niño, mientras sus lloriqueos quitan la atención de toda la congregación. Esto es cruel. Y en cuanto a los perros, es mucho mejor que estén muertos, a que quiten la atención de la palabra de Dios. Véase al diácono, quizá su perro está en camino para destruir más almas que el diácono pueda ser de utilidad para salvar.

12. Los miembros de la iglesia deben ayudar al ministro a visitar de casa en casa y tratar de salvar almas. No dejen todo al ministro. Es imposible que lo haga, incluso si da todo su tiempo, descuidará su estudio y lugar de oración. Los miembros de la iglesia deben tomarse la molestia y ser aptos para ese deber para que puedan ser útiles en eso.

13. Deben dar clases de Biblia. Se deben seleccionar a individuos idóneos para dar clases de Biblia, para la instrucción a jóvenes, y donde aquellos que sean despertados o afectados por la predicación, puedan ser recibidos y convertidos. Tan pronto como alguien sea visto que será tocado, que sea invitado a asistir las clases bíblicas, donde sea propiamente tratado, y probablemente convertido. La iglesia debe seleccionar a los mejores hombres para este servicio, y todos deben estar atentos para llenar las clases bíblicas. Se ha hecho en esta congregación, y es algo muy común, cuando las personas son impresionadas, que son observadas por alguien, e invitadas a las clases bíblicas, y lo harán, y ahí son convertidos. No quiero decir que vamos a hacer todo lo que debemos hacer en esta forma, o que pudiéramos hacer. Queremos más maestros, capaces y dispuestos a hacerse cargo de tales clases.

14. Las iglesias deben sostener escuelas dominicales, y en esa forma ayudar a sus ministros a salvar almas. ¿Cómo puede un ministro atender esto y predicar? A menos que la iglesia tome esas responsabilidades, cuidados y labores, debe descuidarla o agobiarse. Que la iglesia sea DESPERTADA AMPLIAMENTE, vigile, y lleve a los niños a la escuela, y les enseñen fielmente, y promuevan un avivamiento en la escuela.

15. Deben estar al pendiente de los miembros de la iglesia. Deben visitarse uno al otro con el fin de animarse entre ellos, conocer el estado espiritual de cada uno, y provocar uno al otro amar y hacer buenas obras. El ministro no puede hacerlo, no tiene tiempo; es imposible que estudie y prepare sus sermones, y al mismo tiempo visite a cada miembro de la iglesia tan seguido como se necesite para mantenerlos avanzando. La iglesia está obligada a eso. Está bajo juramento de estar pendiente unos a otros de su bienestar espiritual. Pero ¿cómo se hace? Muchos no se conocen. Se reúnen y pasan como extraños, y nunca se preguntan de su condición espiritual. Pero si oyen algo malo de alguien, van y lo cuentan a otros. En vez de mutuamente estar al pendiente por su bien, sólo están al pendiente de su tropiezo. ¿Cómo pueden cuidarse por siempre cuando no se conocen uno al otro?

16. La iglesia debe estar al pendiente por el efecto de la predicación. Si están orando por el éxito de la palabra predicada, deben estar pendientes de ella desde luego. Deben estar alertas, y cuando alguien en la congregación dé evidencia de que la palabra de Dios los ha tomado, deben dar seguimiento. Cuando hay cualquier exhibición de sentimiento, esas personas deben ser atendidas instantáneamente, y no dejarlas hasta que se acabe la impresión. Deben hablar con ellas, o visitarlas, o hacerles que vayan a una reunión ansiosa, o una clase bíblica, o llevarlos con el ministro. Si los miembros de la iglesia no atienden eso, descuidan su deber. Si lo atienden, pueden hacer bien incalculable.

Había una señorita piadosa, que vivía en un lugar frío y perverso. Ella sola tenía el espíritu de oración, y había estado orando por una bendición sobre la palabra. Y con el tiempo, ella vio a un individuo en la congregación que parecía ser afectado por la predicación, y tan pronto el ministro se retiró del púlpito, se acercó agitada y temblorosa, pidiéndole que fuera a conversar con la persona inmediatamente. Lo hizo así él, y esa persona se convirtió, y siguió un avivamiento. Ahora, uno de sus estúpidos profesantes no hubiera visto a esa persona despertada, y se hubiera topado con una docena de ellos sin darse cuenta, y dejarlos ir al infierno. Los profesantes deben estar al pendiente de cada sermón, y ver cómo afecta la congregación. No quiero decir que deben estar estirando su cuello mirando por toda la casa, sino que observen, en tanto puedan, y si encuentran a alguien afectado por la predicación, acérquense y llévenlos al Salvador.

17. Tengan cuidado de no darle a otros toda la predicación. Si no toman su porción, se morirán de hambre, y se volverán esqueletos espirituales. Los cristianos deben tomar sus porciones para ellos mismos, deben hacer una aplicación honesta y ponerla en su corazón y practicarla y vivirla. De otra manera, la predicación no les hará bien.

18. Estén listos para ayudar a su ministro en la realización de sus planes. Cuando el ministro es sabio para hacer planes útiles, y la iglesia está lista para ejecutarlos, pueden hacerlos todos juntos. Pero cuando la iglesia se retrae de cada empresa hasta que de hecho son arrastradas a ella, cuando se están oponiendo a cada propuesta, porque costará algo, son una carga muerta en el ministro. Si se necesitan calentadores, oh no, costarán algo. Si son lámparas para evitar predicar en la oscuridad, oh no, costarán algo. Y entonces pondrán las velas en sus postes, o no harán reuniones en la noche. Si ponen las velas, sucederá que no alumbran, o alguien tiene que pasar a apagarlas. Y entonces toda la congregación es interrumpida por el que apaga las velas, su atención se distraerá, y el sermón se perderá.

Una vez fui a una reunión prolongada, donde nos dio pena porque no había lámparas en la casa. Le urgí a la gente conseguirles, pero pensaron que iba a costar mucho. Entonces propuse conseguirlas yo mismo, y estaba por hacerlo, pero supe que se ofendieron, entonces no lo hicimos. Pero la bendición no llegó. ¿Cómo podría? La iglesia empezó contar cada centavo de cuánto costaría, y no hicieron más, para salvar almas del infierno.

Así que cuando un ministro asigna una reunión, tales personas no pueden tenerla, porque costará algo. Si pueden ofrecer al Señor aquello que no cuesta nada, lo harán. ¡Son ayudantes miserables! Tal iglesia no puede tener avivamiento. Mejor que el ministro tenga una piedra de molino en su cuello como iglesia. Mejor que los deje si no puede enseñarles más, y que se vaya a donde no tenga obstáculo.

19. Los miembros de la iglesia deben asistir a reuniones de oración y hacerlo a tiempo. Algunos miembros siempre asistirán a la predicación porque no tienen nada que hacer, más sentarse y oír, y distraerse, pero no van a las reuniones de oración, por temor a que se les pida hacer algo. Tales miembros atan las manos del ministro, y desaniman su corazón. ¿Por qué emplean a un ministro? ¿Es para entretenerlos por la predicación? ¿Es para que puedan enseñarles la voluntad de Dios para que puedan hacer?

20. Los miembros de la iglesia deben estudiar e investigar lo que puedan hacer y entonces hacerlo. Los cristianos deben ser entrenados como un grupo de soldados. Es la obligación y cargo de un ministro entrenarlos para utilidad, enseñarlos, dirigirlos y llevarlos de una forma tal que ellos produzcan una gran cantidad de influencia moral. Y entonces deben estar firmes y cumplir su deber, de otro modo estarán obstruyendo.

Hay muchos puntos que he observado, y he intentado tocar, pero no hay tiempo. Podría escribir un libro tan grande como esta Biblia, detallando varios asuntos particulares que debemos atender. Debo cerrar con unas…

OBSERVACIONES

1. Vean que la falta de éxito de un ministro puede no ser completamente por una falta de sabiduría en el ejercicio de su cargo. No voy a abogar por ministros negligentes. Nunca dispensaré a ministros de la verdad, ni haré halagos a los hombres. Si son culpables, que sean culpados. Y sin duda siempre son más o menos culpables cuando la palabra no produce efecto. Pero está lejos de ser cierto que ellos son siempre las personas para echarles la culpa. A veces la iglesia es mucho más culpable que el ministro, y si un apóstol, o ángel del cielo, fuera a predicar, no podría producir ningún avivamiento de religión en esa iglesia. Quizá sean deshonestos con los ministros, avariciosos, descuidados sobre las conveniencias del culto público. ¡Ay, en qué estado muchas iglesias están donde, por la falta de unos cientos de dólares, todo es inconveniente e incómodo, y los trabajos del predicador se pierden! Viven en casas forradas, y dejan a la casa de Dios desolada. O las iglesias contraatacan toda la influencia de predicar por la vida impía de ellos. O quizá sus fiestas, su espectáculo mundano, como en muchas iglesias de esta ciudad, aniquilan la influencia del evangelio

2. Las iglesias deben recordar que son excesivamente culpables por emplear a un ministro y luego no ayudarle en su obra. El Señor Jesucristo ha enviado a un embajador a los pecadores para que se vuelvan de sus malos caminos, y falla en esta encomienda, porque la iglesia rehúsa cumplir con su deber. En vez de recomendar su mensaje, y secundar sus súplicas, y sostener sus manos en todas las maneras que sean apropiadas, estorban y contradicen su mensaje, y contraatacan su influencia, y las almas perecen. Sin duda en la mayoría de las congregaciones en los Estados Unidos, el ministro está seguido siendo obstaculizado tanto que mejor es estar en una misión extranjera la mayor parte del tiempo, como estar ahí, para cualquier efecto de su predicación en los pecadores, mientras tiene que predicar a las cabezas de una iglesia inactiva y estúpida.

Y sin embargo, estas mismas iglesias no están dispuestas a que su ministro se ausente varios días para asistir a una reunión prolongada. "No podemos prescindir de él, pues es nuestro ministro, y nos gusta tener a nuestro ministro aquí", mientras al mismo tiempo obstaculizan todo lo que hace. Si pudiera, se iría de inmediato a donde no hubiera ministro, y donde la gente estuviera dispuesta a recibir el evangelio. Pero tiene que quedarse, aunque no pueda hacer que la iglesia esté en un estado de tener un avivamiento cada tres años, para que duren tres veces a la vez. Mejor que le diga a la iglesia: "cuando estén determinados a tomar una larga siesta, me avisan, para que me vaya a trabajar a otra parte mientras, hasta que se despierten otra vez".

3. Muchas iglesias no pueden ser bendecidas con un avivamiento porque son parásitas de otras iglesias de las arcas del Señor para sostener a su ministro, cuando pueden con abundancia sostenerlo. Quizá están dependiendo del Home Missionary Society (Hogar de la Sociedad Misionera), o de otras iglesias, mientras no ejercen ninguna negación de ellas mismas por causa del evangelio. Me he sorprendido al ver cómo viven algunas iglesias. Una iglesia que conozco de hecho confesó que gastaba más dinero en tabaco que en misiones. Y sin embargo, no tenía ministro, porque no podía sostener uno. Y ahora no tiene ninguno. Y sin embargo hay un hombre en esa iglesia que puede sostener a un ministro. Y aún no tiene ningún ministro y ninguna predicación.

Las iglesias no han sido instruidas en su deber sobre este tema. Estuve en un lugar el verano pasado, donde no había predicación. Pregunté al anciano en la iglesia por qué, y me dijo que porque eran muy pobres. Le pregunté cuánto ganaba él. No me contestó, pero dijo que el ingreso de otro anciano era de 5 mil dólares al año, finalmente averigüé que este hombre percibía casi lo mismo. Aquí, le dije, hay dos ancianos, cada uno puede sostener a un ministro, y porque no pueden recibir ayuda del exterior, no tienen predicación. Pues, si tuvieran predicación, no sería bendecida, mientras ustedes estén de parásitos de las arcas del Señor. Finalmente, le dije que podía él sostener a un ministro, y los dos juntos acordaron hacerlo.

Es común que las iglesias pidan ayudan cuando de hecho no la necesitan y cuando es mucho mejor para ellos sostener a su propio ministro. Si obtienen fondos del Home Missionary Society, cuando deben recaudarlos ellos mismos, pueden esperar la maldición del Señor sobre ellos, y eso será razón suficiente para que el evangelio les pruebe con una maldición en lugar de una bendición. Cuántas iglesias pudieran decir: "han robado a Dios, incluso toda esta iglesia".

Conozco a una iglesia que empleó a un ministro pero medio tiempo, y se vio incapaz de pagarle su sueldo por eso. Una sociedad trabajadora femenina en un pueblo vecino tenía los fondos para ese fin, y ayudaron a la iglesia pagando el sueldo del ministro. El resultado fue como se pudiera esperar. Hizo poco o nada de bien. No tuvieron un avivamiento bajo su predicación, ni podrían esperar ninguno, mientras actuaran bajo tal principio. Había un hombre en esa congregación que podía sostener al ministro todo el tiempo. Fui informado por un miembro que los miembros de la iglesia supuestamente percibían DOSCIENTOS MIL DÓLARES. Ahora, si es cierto, he ahí una iglesia con ingreso, al siete por ciento, de 14 mil dólares al año, que se sentía muy pobre para pagar 200 dólares en el sostenimiento de un ministro para que predicara medio tiempo, y hacía que las mujeres del pueblo vecino trabajaran con sus propias manos para ayudarla a pagar esa cantidad. Entre los ancianos de esa iglesia, encontré varios de ellos que usaban tabaco, y dos de ellos que vivían juntos firmaron un pacto escrito en la hoja en blanco de su Biblia, en donde se comprometían a abandonar ese pecado por siempre.

Fue en gran medida por falta de instrucción correcta que esa iglesia buscaba esa maldición. Porque cuando el tema se tocó, y su deber fue puesto ante ellos, el hombre rico de quien estoy hablando dijo que pagaría él mismo el sueldo completo, y si pensó que no sería resentido por la congregación, y haría más daño que bien; y si esa iglesia procurara al ministro, y recaudara una parte de su sueldo, el resto lo pondría él. Ahora no sólo pueden sostener un ministro medio tiempo, sino todo el tiempo, y pagan ellos su sueldo. Y es bueno y remunerador hacerlo.

Como he ido de lugar en lugar trabajando en avivamientos, siempre he encontrado que las iglesias son bendecidas en proporción a su liberalidad. Donde han manifestado una disposición para sostener el evangelio, y dan generosamente para las arcas del Señor, han sido bendecidas tanto en las cosas espirituales como en las terrenales. Pero cuando han sido parcos, y dejado al ministro predicarles por poco o nada, estas iglesias han sido maldecidas en lugar de bendecidas. Y por lo general, en los avivamientos de religión, he encontrado que es cierto que los jóvenes convertidos se inclinan más a unirse a esas iglesias generosas para hacer esfuerzos en el sostenimiento del evangelio.

Las iglesias están mucho en tinieblas sobre ese tema. No se les ha enseñado su deber. En muchas instancias, he encontrado mucha disposición para hacerlo cuando el tema es expuesto ante ellas. Supe de un anciano en una iglesia que estaba hablando de tener un ministro por medio tiempo, porque la iglesia era pobre, aunque su ingreso era considerable. Le pregunté si su ingreso no era suficiente para que él mismo mantuviera al ministro todo el tiempo. Dijo que sí. Y al preguntársele qué otro uso podría hacer del dinero del Señor que poseía, que probaría ser muy beneficioso para el interés del reino de Cristo, para emplear a un ministro, no sólo medio tiempo sino todo el tiempo en su propia ciudad, concluyó que lo haría. Se ha tenido un ministro así, y creo que no hay dificultad en pagarle su sueldo completo.

El hecho es que un ministro puede hacer poco al predicar medio tiempo. Si en un Día del Señor se hace una impresión, se pierde al día siguiente. Como economía, una iglesia debe apoyar el evangelio todo el tiempo. Si tienen al ministro indicado, y lo mantienen en la obra, pueden tener un avivamiento, y así los impíos se convertirán, vendrán y ayudarán. De ese modo, en un año, pueden tener una gran adquisición de su fortaleza. Pero si emplean un ministro medio tiempo, pueden pasar los años, mientras los pecadores se van al infierno, y no se hará ninguna adquisición de fuerza de las filas de los impíos.

El hecho es que los profesantes de religión no han sido hechos para sentir que todas sus posesiones son del Señor. Así, han hablado de dar su propiedad para apoyar el evangelio. Como si el Señor Jesucristo fuera un mendigo, y son llamados a sostener el evangelio como un acto de dar limosnas. Un comerciante en una de las ciudades de este estado estaba pagando una gran parte del sueldo del ministro. Uno de los miembros de la iglesia estaba contándole el hecho a un ministro de fuera, y hablando del sacrificio que estaba haciendo el comerciante. En ese momento llegó el comerciante. Dijo el ministro: "Hermano, usted es comerciante. Suponga que contrata a un empleado para vender productos, y a un maestro de escuela para enseñar a sus hijos. Ordena al empleado pagarle al maestro su sueldo, y hablará de los sacrificios que está haciendo, ¿qué diría usted? Dijo el comerciante: "Pues, diría que es ridículo". El ministro dijo: ""Pues bien, Dios lo emplea para vender productos como su empleado, al ministro de usted lo emplea para enseñar a los hijos de usted, y le requiere que le pague su salario de su ingreso de la tienda. Ahora, ¿llama a eso sacrificio?, y ¿dirá que está haciendo un gran sacrificio para pagar el sueldo del ministro? No, está tan obligado a vender sus productos para Dios como él está obligado a predicar por Dios. No tiene más derecho de vender productos para dar su dinero que él tiene para predicar el evangelio por el mismo propósito. Está obligado a ser tan piadoso, y tener como objetivo la gloria de Dios, en vender productos, como él en predicar el evangelio. Y de ese modo está usted para rendir absolutamente todo su tiempo para el servicio de Dios como él. Ustedes y su familia pueden vivir lícitamente de las ganancias de la tienda para que él y su familia vivan lícitamente de igual manera. Si vende sus productos por esos motivos, venderlos es igual que servir a Dios como predicar el evangelio. Todo hombre está obligado a servir a Dios en el llamamiento para labrar sus campos, el abogado y médico para sus deberes de su profesión".

"Es igualmente ilícito para cualquiera de ellos trabajar por la comida que perece. Todo lo que hacen va a ser para Dios, y todo lo que ganen, después de sostener holgadamente a sus familias, sea dedicado para la propagación del evangelio y salvación del mundo".

Se ha supuesto por mucho tiempo que los ministros deben ser más piadosos que otros hombres, que no deben amar al mundo, que deben trabajar para Dios: deben vivir tan frugalmente como sea posible, y rendir todo su tiempo, salud, fuerza y vida, para construir el reino de Jesucristo. Esto es cierto. Pero aunque otros hombres no sean llamados a trabajar en el mismo campo, y dar su tiempo a la instrucción pública, están tan obligados a considerar todo su tiempo como el tiempo de Dios, y no tienen más derecho de amar al mundo, o acumular riqueza, o rendirlo por sus hijos, o gastarlo en sus deleites, que los ministros.

Es tiempo que la iglesia conozca estos principios; y de Home Missionary Society podrá trabajar hasta el día del juicio para convertir a la gente, y nunca tendrán éxito, hasta que las iglesias sean llevadas a entender y sentir su deber en este respecto. Pues, el mismo hecho que están pidiendo y recibiendo ayuda en sostener a su ministro del Home Missionary Society, mientras puedan ellos mismos sostenerlo, es probablemente la razón por la que el trabajo entre ellos no sea más bendecido.

Ojalá que la American Home Missionary Society poseyera cientos de veces los medios que ahora tiene, de ayudar a las Iglesias débiles, que son incapaces de ayudarse a sí mismas. Pero no es buena economía ni piedad dar sus fondos a aquellos que pueden pero no están dispuestos a ayudarse a sí mismos para sostener el evangelio. Pues es en vano intentar ayudarlos, mientras puedan pero no estén dispuestos a ayudarse a sí mismos.

Si la Missionary Society tuviera una tonelada de oro, no sería caridad darla a tal iglesia. Pero que la iglesia traiga todos sus diezmos al alfolí y Dios abrirá las ventanas de los cielos y derramará su bendición. Pero que las iglesias sepan con certeza que si no están dispuestas a ayudarse a sí mismas en su capacidad, sabrán la razón por qué el poco éxito atiende el trabajo de sus ministros. Aquí están siendo parásitos de las arcas del Señor. ¡Cuántas iglesias están dando su dinero para té, café y tabaco, y luego piden ayuda a la Home Missionary Society! Protesto en contra de ayudar a una iglesia que usa té y tabaco, y vive sin la negación de sí misma, y que quiere ofrecer a Dios sólo aquello que no cuesta nada.

FINALMENTE, si quieren ser bendecidos, que cumplan su deber, todo su deber, se esfuercen, se ciñan de la armadura del evangelio, y salgan a trabajar. Entonces, si la iglesia está en el campo, la carroza de la salvación continuará moviéndose, aunque todo el infierno se oponga, y los pecadores serán convertidos y salvados. Pero si una iglesia deja todo su trabajo al ministro, y se sienta y ve, mientras él trabaja, y ellos no hacen nada más que quejarse, no sólo fallarán en un avivamiento de religión, sino si siguen de perezosos y quejumbrosos, se encontrarán ellos mismos en el infierno por su desobediencia e improductividad en el servicio de Cristo.

 

 

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