LA VERDAD DEL EVANGELIO

 EL PELIGRO DEL ENGAÑO

Por Charles G. Finney

 

"El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto"--Lucas 16:10.

 

Jesús pone un principio en conexión con la parábola del mayordomo infiel: uno que es deshonesto en asuntos pequeños no es honesto en nada.

No quiero decir que si una persona es deshonesta en asuntos pequeños y toma ventaja de la gente no tratará abierta y honestamente asuntos mayores. Ni tampoco quiero decir que un hombre que comete un robo menor necesariamente será un asaltante de caminos. Uno que tiene algo en contra de una persona no necesariamente cometerá asesinato y así sucesivamente.

Lo que quiero decir es que si un hombre es deshonesto en asuntos pequeños muestra que no es gobernado por principios en cualquier cosa. La honestidad real de corazón lo llevaría a actuar todo el tiempo. Si parece actuar honestamente en cosas mayores, pero actúa deshonestamente en asuntos menores, tiene que tener otros motivos que honestidad de corazón.

INCONSISTENCIA MORAL

Mucha gente cree que una persona puede ser honesta en asuntos grandes y merecer el carácter de honestidad, aunque sea deshonesta en "lo poco".

Si una consideración suprema a la autoridad de Dios fuera el estado habitual de su mente, sería tan evidente en asuntos pequeños como también en grandes. Donde la tentación es pequeña, estaría más cierto para actuar concienzudamente que en asuntos mayores porque hay menos para influir en él.

¿Qué es honestidad? Si un hombre no tiene otro motivo para actuar honestamente que egoísmo puro, el diablo es tan honesto como es él. Satanás es honesto con sus demonios seguidores, siempre y cuando esté en su interés o política ser así. ¿Es eso honestidad? Si un hombre actúa honestamente por motivos más elevados que ése, no es honesto para nada; y si parece ser honesto en ciertos asuntos importantes, tiene otros motivos que el honor o amor a Dios.

¿Ama a su prójimo como lo requiere la ley de Dios? Si lo hiciera, no lo defraudaría en cosas pequeñas ni en grandes. Donde la tentación es pequeña no puede ser aquella que verdaderamente ame a su prójimo, actuaría deshonestamente.

Tómese el caso de Job. Job verdaderamente amaba a Dios y soportó mucha angustia antes que dijera una palabra que incluso pareciera como queja a Dios. Cuando la tentación fue abrumadora, y no podía haber alguna razón por su aflicción, su angustia se volvió intolerable. Su esposa le dijo que maldijera a Dios y se muriera, pero no lo haría. En vez de eso, dijo: "Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?" (Job 2.10).

¿Suponen que Job hubiera desviado su integridad en las cosas pequeñas o por tentaciones pequeñas? Nunca. Amaba a Dios. Y si encuentran a un hombre que verdaderamente ame a su prójimo, no lo verán engañándolo o defraudándolo en nada.

El Señor ha puesto el principio que si un hombre es deshonesto en asuntos pequeños, no es estrictamente honesto en nada. Muchos hechos parecen contradecir eso. Vemos hombres que exhiben una gran falta de principio en asuntos menores mientras en los mayores parecen ser honorables e incluso santos. Su conducta en cuanto a los asuntos grandes pueden dar cuenta de otros principios que honestidad de corazón. Si damos cuenta de su "honestidad" sobre los principios de puro egoísmo, entonces no son verdaderamente honestos en nada. Los principios de Jesús tienen que ser consistentes, de otro modo él ha afirmado una falsedad.

EL ENGAÑO DE TEMOR

Un hombre puede actuar honestamente en asuntos más grandes por temor a la deshonra. Puede saber que ciertas cosas pequeñas sobre él no sea probable que se mencionen en público, y entonces puede que las haga, pero el temor a la deshonra lo detiene de hacer cosas más obvias porque lo deshonrarán. ¿Qué esto más que una forma de egoísmo de más peso que otra forma? Aún es egoísmo, no honestidad.

Un hombre puede temer que la honestidad dañe su negocio. Trata honestamente los asuntos importantes, mientras en las cosas pequeñas está listo para aprovecharse de quien se pueda. De ese modo, un hombre se aprovechará de la costurera y le pagará menos de lo que sabe que ella merece por hacer la prenda. El mismo individuo, al comprar suministros, no pensaría en hacer trampa porque dañaría su negocio. Al tratar con una persona humilde y de la que se ha aprovechado, puede guardarse y aferrarse a unos centavos más sin el temor de la deshonra pública, mientras que no se hable públicamente de él como deshonesto y ruin bajo ninguna circunstancia.

El temor de la ley humana influye en un hombre para actuar honestamente en cosas obvias, mientras que en asuntos pequeños que la ley pueda que no note, defraudará todo el tiempo.

El amor al elogio influye en muchos hombres para actuar honestamente e incluso piadosamente en cosas que se notan. Muchos hombres timarán a un pobre por unos centavos por el precio de su labor, y entonces, en una gran muestra pública, parecerán actuar generosamente. ¿Por qué un hombre habitualmente se aprovechará de todos y luego dará cientos de dólares a la caridad? Puede hacerlo por amor al elogio y no por amor a Dios o al hombre.

Un hombre puede tener miedo de la ira divina si comete grandes actos deshonestos, y aún suponer que Dios pasará por alto pequeñas cosas, y no notará la deshonestidad en asuntos pequeños.

Con frecuencia los individuos que actúan deshonestamente en asuntos pequeños actuarán rectamente y honorablemente para salvar su carácter. A muchos hombres se les ve como comerciantes honorables por sus socios de negocios, pero son bien conocidos por sus amistades personales como avariciosos y excesivos en asuntos pequeños. No es honestidad real de corazón que lo haga actuar con honestidad aparente en sus transacciones públicas.

Un individuo puede habitualmente entretener pensamientos sucios, pero nunca de hecho cometer adulterio. Puede refrenarse por miedo o falta de oportunidad y no por principio. Si consiente los pensamientos sucios, ciertamente actuará impuramente si no fuese por otras razones que el principio de pureza.

Puede manifestar un espíritu avaricioso y no robar, pero tiene el espíritu que lo llevará a robar si no se refrena por otras razones que la honestidad o el principio.

Un individuo puede oprimir a su prójimo, esclavizarlo, privarlo de instrucción, obligarlo a trabajar sin compensación para su beneficio propio, y no cometer asesinato, pero si arruina la vida de alguien más para gratificar su propio orgullo o promover su propio interés, no puede ser un principio. Ni tampoco amor a Dios o al hombre manteniéndose de hacer algo deshonesto.

Cualquiera que defrauda el erario del correo de los Estados Unidos robaría el erario de todo su oro si tuviera la oportunidad. El mismo motivo que lo llevó hacer una cosa lo llevaría a la otra si tuviera una oportunidad, y si no fuera contraatacado por algún otro motivo igualmente egoísta.

Un hombre puede ser culpable de pequeñas tergiversaciones, pero no se atreve a decir una mentira rotunda, pero si es culpable de maquillar la verdad para hacer que los hechos aparezcan distintos a lo que realmente son, está mintiendo. El individuo que hace eso fabricaría muchas mentiras si fuera en su interés o no fuese refrenado por razones además de una consideración sagrada a la verdad.

MANTENIENDO APARIENCIAS FALSAS

Las personas a menudo manifiestan una falta de principio en cuanto al pago de deudas pequeñas, mientras que son extremadamente cuidadosos y puntuales en pagos de pagarés en el banco y en sus transacciones comerciales.

Por ejemplo, si un hombre se suscribe a un periódico, y el precio es una suma pequeña, nunca la paga. El mismo hombre que tiene una deuda en el banco ciertamente sería puntual. ¿Por qué? Porque si no paga, su crédito se dañaría, pero la pequeña deuda de cinco dólares no sería causa de protesta. Se le olvida, y la editorial tiene que ir por el dinero o irse sin él. Obviamente, este hombre no paga sus deudas al banco por honestidad o principio, sino puramente por una consideración a su propio crédito o interés.

Algunos manifiestan esta falta de principio al cometer un robo pequeño. Si viven en un departamento, robarán cosas pequeñas, quizá los focos de los pasillos. En vez de comprarlos, los roba uno por uno. El individuo que hace eso muestra él mismo estar radicalmente podrido en el corazón.

Una vez supe de un caso parecido. Un hombre estaba sentado en un cuarto donde otro caballero tenía un vaso de vino y una jarra de agua. El caballero salió del cuarto por un momento, pero accidentalmente dejó la puerta emparejada. Mirando hacia atrás, vio al otro hombre beber parte del vino del vaso; entonces para ocultarlo, llenó el vaso con agua y se volvió a sentar. El individuo que hizo eso mostró que amaba el vino y no pensó que era robar. En cuanto al principio, se emborracharía si tuviera los medios y robaría si tuviera oportunidad; en el corazón era un borracho y ladrón.

La gente con frecuencia manifiesta gran deshonestidad cuando encuentra artículos de menor valor que se han perdido. Uno encontrará una navaja o paraguas y nunca indagará entre quienes tiene razón de creer que son los dueños. El hombre que haga eso se quedaría con una chequera si la encontrara, pero este mismo individuo, si encontrara cinco mil dólares, lo anunciaría en el periódico y haría mucha bulla si supiera que fue él.

Muchas personas ocultan pequeños errores hechos a su favor; por ejemplo, al dar cambio. Si un hombre no dice nada y lo deja pasar, sólo la oportunidad lo prevendría de tomar alguna ventaja o engañar de cualquier forma.

El estado real del corazón de un hombre es a menudo más obvio en asuntos pequeños que en un negocio de gran importancia. Los hombres son engañados y creen que ser honestos en las cosas grandes probará su honestidad de corazón, pese a su deshonestidad en las cosas pequeñas. Están seguros de ser cuidadosos en las grandes cosas, mientras son negligentes en los pequeños asuntos y entonces muestran su verdadero carácter.

¡EL PECADO ES PECADO!

La persona que consiente en cualquier pecado no se abstiene de pecar porque es pecado. Si odiara el pecado y se opusiera a él porque fuese pecado, no más consentiría en uno que en otro. Si una persona va a escoger entre los pecados, evita algunos y practica otros, es seguro que no tiene consideración a la autoridad de Dios o que odia el pecado.

El hombre que no practica la negación de sí mismo en las cosas pequeñas para promover el cristianismo no soportará la persecución por su causa. Aquellos que no nieguen su apetito no soportarán el flagelo o suplicio. Si la persecución surgiera, algunos podrían soportarla por causa del aplauso que trajera o mostrara su espíritu. Hay un espíritu natural de obstinación con frecuencia surgido por la oposición que preferiría el suplicio que rendir un punto, pero no es verdadero amor a la causa que motiva a un hombre soportar la oposición, si no soportara la negación de sí mismo en las cosas pequeñas por su causa.

Donde encuentren personas con grandes cantidades de joyería por vanidad, considérenlas podridas. Los hombres se pavonean con ropas sofisticadas de diseñador y la mujer posa con plastas de maquillaje--es sorprendente de cuántas muchas maneras estas pequeñas cosas muestran orgullo y podredumbre de corazón.

Ustedes dicen que éstas son cosas pequeñas. Sé que son cosas pequeñas, y porque son cosas pequeñas, las menciono. Muestran el carácter de una persona claramente. Si su orgullo no estuviese profundamente enraizado, no lo mostrarían en las cosas pequeñas.

Manténganse vigilantes de estas pequeñas cosas para que sepan su carácter como le aparece a Dios.

Cultiven estricta integridad que afecte las cosas pequeñas como las grandes. Algo hermoso sucede cuando ven a un individuo actuar en las cosas pequeñas con cuidado y santidad concienzuda. Hasta que los creyentes cultiven honestidad universal, siempre serán un reproche para el Señor.

¡Cuánto se ganaría si los cristianos desplegaran pureza y honestidad en todas las ocasiones y para toda la gente! Los pecadores con frecuencia ponen su mirada en las ofensas pequeñas de los cristianos profesantes. ¡Qué reproche eterno para Jesús!

¿De qué sirve que una mujer hable a sus semejantes del Señor, cuando su prójimo sabe que no titubeará para engañar en cosas pequeñas? ¿O por qué debe un comerciante hablar a sus empleados cuando sabe que no obstante cuán honorable pueda ser en sus transacciones públicas es tacaño en cosas pequeñas? Es peor que inservible.

 

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