LA VERDAD DEL EVANGELIO

¿A QUIEN QUIEREN ENGANAR?

por Charles G. Finney

 

"Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos". --Santiago 1:22

Cualquiera que no practica lo que admite ser verdad es engañado.

Existen dos clases de hipócritas entre los cristianos profesantes--aquellos que engañan a otros y aquellos que se engañan a sí mismos. Una clase de hipócritas tiene una demostración engañosa de religión, cubre la enemistad de sus corazones contra Dios, y lleva a otros a pensar que son piadosos. Así los fariseos obtuvieron la reputación de ser notablemente piadosos por sus demostraciones de religión, sus limosnas y sus largas oraciones.

La otra clase no engaña a otros sino a ellos mismos. Su religión consiste en un paquete de nociones sin consideración de la práctica, y se engañan a sí mismos al pensar que son buenos cristianos, pero están destituidos de la verdadera santidad. Son oidores de la palabra, pero no hacedores. Les encanta la predicación ortodoxa y toman gran placer en escuchar doctrinas abstractas exhibidas. Con imaginación y sentimiento encendido, ven el carácter y gobierno de Dios, pero no son cuidadosos de practicar los preceptos de la palabra de Dios.

Es muy probable que un número de lectores sean de este carácter. Desconozco sus nombres, pero quiero que entiendan que si son de ese carácter, son la persona de la que estoy hablando. Oyen la palabra de Dios y la creen en teoría, mientras la niegan en práctica. Se engañan ustedes mismos. La escritura lo prueba. Ustedes expresan "así dice el Señor" que todos los oidores no son hacedores y son engañadores.

LA VERDADERA FE SALVADORA

En primer lugar, oyen la palabra y la admiten como cierta, pero no la creen. Dos cosas son necesarias para la fe evangélica o salvadora. La primera es la convicción intelectual luego de escuchar la verdad. No quiero decir meramente verdad abstracta, sino su aplicabilidad en la conducta. La verdad en su relación con ustedes, o su aplicación, tiene que recibirse intelectualmente. La verdadera fe incluye un cambio correspondiente de corazón. Cuando la mente de un hombre es convencida, y admite la verdad en relación a él mismo entonces debe haber una aplicación de ella en él. Ambos estados de mente son indispensables para la fe verdadera.

La convicción intelectual de la verdad no es fe salvadora, sino es fe salvadora la convicción intelectual acompañada por un cambio de afectos. Por tanto, la verdadera fe salvadora siempre trae un cambio en la conducta. Tan cierto como la voluntad controla la conducta, los hombres actuarán como creen. Supongan que le digo a un hombre, "¿crees eso? "Sí, lo creo". ¿Quiere decir una mera convicción intelectual? Puede tener eso pero no tiene fe.

Un hombre incluso puede aprobar o estar de acuerdo con la verdad abstracta. Muchas personas suponen que la fe es aprobar el carácter, gobierno de Dios y plan de salvación. La ven, no obstante, abstractamente. Cuando oyen un sermón elocuente sobre los atributos o gobierno de Dios, se entusiasman por la gloria y excelencia mostradas. No tienen ni una pizca de fe. La mente racional está tan formada que naturalmente aprueba la verdad cuando se considera abstractamente.

Los demonios más perversos en el infierno la aman siempre y cuando no la vean en relación a ellos mismos. Si el evangelio no interfiere en su egoísmo, no la verán como cierta, pero la aprobarán efusivamente. La razón por la que los perversos y los demonios odian a Dios es porque lo ven en relación a ellos mismos. Sus corazones se levantan en rebelión porque la ven oponerse con su egoísmo.

Esa es la fuente de un gran engaño entre los hombres en cuanto al cristianismo. La ven como verdad, y se regocijan en contemplarla. No la aplican a ellos mismos y dicen que se llenan de ella, pero se van y no la practican para nada.

Imaginen a un hombre que está enfermo y sus sentimientos están sensibles. Al ver a Cristo como un Salvador bueno y tierno, su corazón se deshace, y siente emociones fuertes hacia Cristo. ¿Por qué? Por la misma razón por la que sentiría emociones fuertes hacia el héroe de un romance. Pero no obedece a Cristo. Nunca practica ni una cosa fuera de la obediencia a Cristo, pero lo ve abstractamente y se deleita con su carácter glorioso y encantador. Él mismo permanece en hiel de amargura. La fe tiene que ser un mover eficiente de fe que produzca buenas obras, o no es la fe del evangelio y no es fe en lo absoluto.

HACEDORES DE LA PALABRA

El cristianismo verdadero consiste en obediencia. No obstante cuánto puedan aprobar el cristianismo, no tienen fe a menos que la obedezcan. Decir que la fe verdadera consiste en obediencia, no quiero decir obediencia externa, sino la fe misma, la verdadera fe, obra por amor y produce acción. No hay obediencia real más que la obediencia de corazón. El amor cumple la ley, y el cristianismo consiste en la obediencia del corazón con cambio correspondiente de vida.

El hombre que oye la verdad y la aprueba, pero no la practica, se engaña a sí mismo. Es como el hombre que se mira en un espejo, se ve a sí mismo, se va, e inmediatamente olvida cómo era (Véase Santiago 1:23-24).

El estado mental que se yerra por cristianismo--una convicción intelectual de la verdad y aprobación de ella en abstracto--es tan común para el malo como para el bueno. Es por eso que es tan difícil convencer a los pecadores que se oponen a Dios y su verdad. Los hombres están creados para aprobar la virtud y admirar el carácter y gobierno de Dios. Aprobarían y admirarían cada verdad en la Biblia si pudieran verla abstractamente y sin ninguna aplicación para ellos mismos. Se pueden sentar por años bajo la predicación que sostiene la verdad de una manera tal que no tiene fines prácticos en ellos. Entonces nunca consideran que están oponiéndose a Dios y su gobierno.

Estoy convencido que las grandes multitudes de almas inconversas pueden encontrarse en todas las congregaciones donde se predican las doctrinas abstractas, pero luego de todas esa predicación, aún no son hacedores de la palabra. Y he ahí la dificultad: no han tenido esa predicación escrutadora que los haga ver la verdad en la conducta de ellos.

Ahora que están en la iglesia, cuando la verdad se predica en su relación práctica con ellos, muestran que sus corazones no cambian al oponerse a la verdad.

Dieron por sentado que fueron cristianos y pertenecieron a una iglesia para oír la predicación doctrinal sana. Leen la Biblia y la aprueban. Si su fe no es lo bastante práctica para influir en su conducta, o si no ven la verdad en relación a su propia práctica, entonces su fe no les afecta tanto como la fe del diablo (Véase Santiago 2:19).

Se ha hecho gran daño por la representación falsa de la maldad de los cristianos reales. Muchas impresiones sugieren que los cristianos reales son los seres más perversos en la faz de la tierra. Cuando pecan, tienen mucha culpa, pues es altamente criminal para que peque un cristiano. Los cristianos iluminados ven la gran perversidad de sus pecados. Cuando comparan sus obligaciones con sus vidas, son grandemente humillados y expresan su humildad en un lenguaje muy fuerte.

Pero no es cierto que sean tan malos como el diablo o en cualquier parte de la comunidad. Cuando pecan, sus pecados tienen una agravante y parecen extremadamente perversos a la vista de Dios, pero suponer que los hombres son verdaderos cristianos mientras viven al servicio del diablo no es sólo falso sino muy peligroso.

HEREJES Y FARISEOS

La verdad es que quienes no obedecen a Dios no son cristianos. La doctrina contraria es ruinosa para las iglesias, llenándolas con multitudes cuyo clamor a la piedad depende de la adopción de ciertas nociones, mientras nunca intentan verdaderamente obedecer los requerimientos del evangelio en sus vidas.

Son fariseos los cristianos profesantes que nunca les gusta oír sobre Dios o sus atributos, sino que ponen todo el énfasis en la práctica religiosa para la exclusión de doctrinas cristianas. Practican la piedad externa, pero no reciben las grandes verdades que relacionan a Dios, y niegan las doctrinas fundamentales del evangelio.

Cuando encuentran herética la práctica de un hombre, pueden estar seguros que su creencia es herética también. La fe que esconde en su corazón es tan herética como su vida. Puede que no sea hereje en sus nociones y teorías. Puede estar bien ahí, incluso en cada punto donde es hereje en práctica, pero no la cree realmente. Por ejemplo, si le preguntan a un pecador negligente si espera morir, contestará, "Ah, sí, sé que tengo que morir; todos los hombres son mortales". Tan pronto como piensa al respecto, está de acuerdo con la verdad. Y si pudieran agarrarse de la convicción de su mente hasta que real y permanentemente se impresione con ella, sin duda cambiaría su conducta, viviría por otro mundo en vez de éste, pero realmente no cree que vaya a morir, y continúa sujetándose a la riqueza. La creencia de un hombre controla su práctica, así como gobierna su conducta.

Por mucho tiempo la iglesia se ha preocupado por doctrinas abstractas y ha dejado fuera lo más práctico. Vean los credos de la Iglesia y cómo cierto énfasis yace en aquellas doctrinas que tienen poco que ver con nuestra práctica. Un hombre puede ser de los más grandes herejes en puntos de práctica, a condición de que ni sea abiertamente profano o vicioso, y mantenga una buena reputación en la Iglesia. Cuando intentamos purificar la iglesia en cuanto a errores prácticos, no lo puede soportar.

¿Por qué es tan difícil conseguir que la iglesia haga algo para la conversión del mundo? ¿Cuándo será purificada la iglesia y el mundo convertido? No hasta que se esté de acuerdo que la herejía en práctica es la prueba de la herejía en creencia. No mientras un hombre pueda negar todo el evangelio en su práctica diaria y sin embargo mantenga su reputación en la iglesia como un "buen cristiano."

Un ministro puede ser engañado en cuanto al estado de su congregación. Si predica bastante sobre doctrinas abstractas que inmediatamente no relaciona con la práctica, su gente se regocija; y cree que están creciendo en gracia. De hecho, no es señal segura que haya ningún cristianismo entre ellos, pero si predica doctrinas prácticas y su gente muestra que aman la verdad en cuanto a ellos mismos practicándola, entonces muestran que aman la verdad.

Si un ministro encuentra que su gente se rebela cuando llega a empujar las doctrinas prácticas, puede estar seguro que el cristianismo de ellos está a un nivel bajo.

PRACTIQUEN LO QUE CREEN

Mucha gente supone que son cristianos por las emociones que sienten a vista de la verdad, pero lo que reciben es la verdad presentada a sus mentes en una forma tal que no ven su aplicabilidad en ellos mismos. Si les presentan la verdad a ellos, destruyen su orgullo, y los separan de su mundanalidad, la resistirán. Vean a la Iglesia. Muchas iglesias ortodoxas y cristianos ortodoxos viven y se alimentan de doctrinas abstractas de religión año tras año. Entonces ven más allá en sus vidas y ven cuán poca influencia en su creencia profesada tiene en la práctica de ellos. ¿Tienen fe salvadora? No puede ser. No quiero decir que ninguno de esos miembros de la iglesia sea virtuoso, sino que aquellos que no practican lo que admiten en teoría se engañan a ellos mismos.

¿Están conscientes de que el evangelio está produciendo un efecto práctico en ustedes según su conocimiento? ¿Los está separando del mundo? Cuando reciben cualquier verdad práctica en sus mentes, ¿aman su aplicación para ustedes? Si no están creciendo en gracia, volviéndose más y más santos, y rindiéndose a la influencia del evangelio, se están engañando ustedes mismos.

Ay de ese hombre que admite la verdad pero se aleja y no la práctica. Es como aquel hombre que ve su rostro natural en un espejo, se va y olvida cómo es.

 

 

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